Tomás de Kempis fue un asceta religioso que escribió un pequeño libro que invita a
llevar una vida tranquila y reposada. El libro es titulado Imitación de Cristo,
pero puede ser leído por no cristianos que deseen vivir una vida racional y alejada
de los problemas absurdos y banales que se presentan en la cotidianidad.
El librito es rico en frases, una de ella reza: “En resistir, pues, a las pasiones se halla la verdadera paz del
corazón, que no en seguirlas.” ¡La paz del corazón es el anhelo que
debemos buscar los seres humanos! Es cierto que es condición de nuestra existencia
el sufrimiento. No todo, en el mundo y en la vida, ocurre como deseamos,
algunas cosas pasan y nos causan beneplácito, otras ocurren que nos angustian,
lastiman, entristecen. La afectación de carácter perjudicial para nosotros,
entre otras cosas, la sentimos por el apego y por los afanes. Nos aferramos
fuertemente a las cosas materiales y queremos que sean eternas, que no se
dañen, que no se pierdan, que no nos la quiten. Además del apego vivimos
acelerados y queremos que las cosas sucedan de inmediato y como nosotros deseamos
que ocurran. El apego y el afán entran dentro de la categoría de las pasiones. Los
seres humanos somos en nuestra esencia pasionales, es uno de los tipos de
conducta que nos caracteriza, si no fuera así tal vez no habría reproducción
humana y perpetuación de la especie y en épocas pasadas el enojo contra otros
nos salvaba la vida o nuestras pertenencias (cueva, caza, crías, hembras). Hoy
en día es diferente, ya no hay lucha por la supervivencia de la especie, la
humanidad está posicionada y ha logrado dominar el hábitat y las restantes
especies. Hemos desarrollado la capacidad de razonar, el raciocinio es una
práctica a la que nos debemos habituar para lograr la reflexión de nuestras
acciones y no caer en arrepentimientos posteriores. Si nos dejamos llevar por
la conducta pasional, en determinadas situaciones, es posible que cometamos
errores que nos terminen perjudicando. Un ejemplo de comportamiento pasional que
se debe evitar es matar por celos y más aun, celos infundados o enfermizos.
Otro ejemplo de comportamiento pasional inadecuado es lastimar o matar a otro por
ira causada por el desacuerdo de ideas. Podríamos decir que la actitud pasional
se necesita en algunas ocasiones como por ejemplo cuando esta en peligro la
vida de un ser cercano que necesita ser defendido por nosotros o cuando es
nuestra propia vida la que está en riesgo. Pero dejarnos llevar por un acto
pasional es estar en peligro de caer en situaciones de riesgo a nuestra
tranquilidad, si le gusto a una persona comprometida o esa persona me gusta a
mí, lo mejor es controlar la pasión que se genera y se desborda y actuar de manera
racional. Cuando considero que mi idea con respecto a algo es la mejor idea
para llevar a cabo pero los demás consideran, después de escuchar mis
argumentos, que no es así, debo dejar el apasionamiento de lado, dejar que se
lleve a cabo la idea escogida y esperar a que el tiempo de la razón en cuanto si
yo o los demás eran los que estaban equivocados.
Un espíritu apasionado es un espíritu acelerado, un espíritu racional es un espíritu
sosegado. Un espíritu pasional es un espíritu desbordado, un espíritu racional
es un espíritu controlado. La paz del espíritu, del ánimo, del carácter, de la
persona, la paz del corazón, la tranquilidad mental, se encuentra en el control
de las pasiones, en la reflexión de las acciones, en el reposo de la
meditación, en la serenidad del pensamiento.