Vanitas, Jacques Linard, 1600-1645, Museo del Prado. Madrid.

miércoles, 15 de agosto de 2012

Reflexionando Sobre los Males con el sabio Esquilo


En la bella tragedia Prometeo Encadenado, escrita por el excelso Poeta Esquilo, en la que narra los tormentos que tuvo que sufrir el dios Prometeo por haber robado el fuego a Zeus y haberlo regalado a la humanidad, encontramos un verso (# 999) que el dios Hermes, intérprete de los mensajes divinos, le dice a Prometeo, resignado a su suplicio: decídete, decídete, insensato, a razonar ante tu mal presente. Enseñanza divina, (es un dios quien la pronuncia), de la cual debemos apropiarnos para actuar, pensar y vivir mejor.


Como seres humanos estamos destinados a sufrir. Es una ley natural o, si se quiere, divina, (por haber comido el fruto del árbol prohibido...) y ademas es el primer principio del budismo.  Somos seres afectivos y el mundo nos agobia, nos enfrentamos al rechazo, a la pérdida de una posesión, a una esperanza inalcanzada, a la humillación, a la vergüenza, a la burla... ¿Y cómo reaccionamos? Nos habita la cultura de la violencia y se reacciona con violencia.


El deseo de ver vengado el ultraje que sufrimos y el impulso irracional que nos domina nos hace cometer errores. Siempre existe en nosotros un primer impulso de realizar un acto que nos satisfaga y nos deje tranquilos, pero muchas veces ese acto es un acto que perjudica a otra persona o a nosotros mismos. Pero el consejo del dios es que tomemos una decisión y esa decisión es que razonemos ante el mal que nos aqueja. Razonar ante el mal presente. Tomarnos un tiempo y no actuar de manera inmediata guiados por la aflicción. Esperar, ya que el mal, que en un momento nos parecía terrible, transcurrido el tiempo, nos damos cuenta que no lo era, ya que éramos nosotros quienes lo engrandecíamos porque lo estábamos experimentando. Razonar el mal que nos aqueja es comprenderlo, es desnudarlo y es saber por qué lo consideramos un mal. Una vez desentrañado el mal somos capaces de vislumbrar las posibles soluciones o, si no las hay, la inevitable aceptación del hecho, que,  ya desentrañado, no se ve tan malo como nos parecía. Decídete, insensato, a razonar ante un mal presente.