Vanitas, Jacques Linard, 1600-1645, Museo del Prado. Madrid.

domingo, 28 de octubre de 2012

Reflexionando Sobre Nuestras Acciones con el Sabio Marco Aurelio

El Estoicismo debería ser materia de conocimiento obligado para todos. Es un área de la filosofía que enseña cómo vivir mejor en un mundo en el que las calamidades ocurren como parte del orden natural. Lo mismo sucede con el Budismo y el Cristianismo. Si estas tres formas de vida se asumen de manera superficial se vulgarizan, pero si se asumen con la profundidad propia de ellas, son un complemento excelente para la vida.
El Estoico Marco Aurelio, practicante de la filosofía, enseña, en sus meditaciones, libro VIII, numeral dos, lo siguiente: En cada acción, pregúntate: ¿cómo es ésta respecto de mí? ¿No me arrepentiré después de hacerla? Esta frase nos enseña que debemos ser conscientes de nuestras acciones y nuestro accionar se da en cada instante, por tanto debemos ser conscientes del instante. La vida es una suma concatenada de instantes, algo así como el tiempo una suma constante de segundos o la luz un chorro permanente de fotones. Estructuralmente, el ser humano es libertad. Cada instante elegimos, cada segundo estamos actuando y nuestras acciones son elecciones hechas a partir de un abanico de posibilidades. La filosofía nos enseña que somos una amalgama de deseos, afectos y razón y que debe ser la razón la que debe guiar nuestras acciones y la que debe controlar nuestros deseos y sentimientos, que son impulsivos, es decir, la filosofía nos enseña que debemos escoger la racionalidad. Los instantes nos acechan, por tanto debemos estar alerta a cada instante. Debemos razonar de manera permanente. En cada momento debemos cuestionar si aquello que pensamos hacer nos va a afectar a nosotros o a los demás. No debemos actuar sin conciencia. No debemos actuar al primer impulso y luego arrepentirnos del daño que causamos. Debemos entrenar la razón para que en cada acto que pensamos ejercer sea ésta la que nos dicte si es un acto que vale la pena de ser realizado. La razón calcula posibilidades, el impulso no. La razón examina los componentes del acto, el impulso no. Por eso es mejor el acto racional que el acto impulsivo. Ser conscientes de nuestras acciones es ser racionales y ser racionales es optar por un mejor estilo de vida y una mejor relación conmigo y con los demás.

sábado, 27 de octubre de 2012

Reflexionando Sobre las Posesiones con el Sabio Job

El sabio Job, patriarca bíblico de alcances proféticos, podría ser considerado el precursor del estoicismo en el medio oriente. A pesar de haber sufrido tan grandes pérdidas, en un día perdió sus bueyes, asnos, ovejas, camellos, hijos y criados, su fe en Yahvéh se mantuvo firme.


Ante la noticia de semejante tragedia, Job no profiere una maldición ante la vida o el destino. Acepta todo aquello que ocurre mientras vive, y lo único que sale de sus labios es la hermosa y profunda frase: Desnudo salí del seno de mi madre, desnudo allá retornare. (Job 1, 21). Desnudo nací, es decir que llegué a este mundo sin nada. No importa si soy hijo de un rey o del hombre más rico del mundo, nazco sin nada. A pesar de ser el futuro heredero a un trono, en el momento de nacer no soy consciente de ello. Y no solo a nivel económico o de propiedades materiales, sino también a nivel intelectual. Lo único con que llego al mundo es con mi carga genética, todo lo demás lo voy adquiriendo a medida que voy creciendo y viviendo. El ser humano es como un computador nuevo, viene programado con un paquete específico de programas pero los contenidos de los programas son accidentales, dependen del propietario del computador. Así, venimos programados para adquirir un lenguaje pero dependemos del idioma del país donde nos criemos, venimos programados para adquirir conocimiento pero depende de la cultura en la que vivimos y de las oportunidades de estudio que tengamos. Todo lo que adquirimos en la vida es accidental y así como llegó podría no haber llegado y podríamos ser totalmente diferentes, otro idioma, otros vestidos, otro conocimiento, otras ideas. Lo cierto es que, así seamos ricos herederos de un reino, poseedores de la máxima riqueza terrestre o los más brillantes intelectuales de la historia de la humanidad (científicos, artistas, escritores, pensadores), en el momento de nuestra muerte, en el momento del fin de nuestra existencia, a la tumba vamos sin nada. Nos vamos como llegamos, desnudos de objetos materiales o intelectuales.


Todo lo que poseemos en la vida es accidental y si asumimos ésta feliz accidentalidad (o triste, de acuerdo a nuestras oportunidades y forma de ver la vida) aprenderemos que lo que tenemos no es para siempre y soportaremos nuestras pérdidas con resignación. Si la vida nos dio la oportunidad de adquirirlo también nos puede dar la oportunidad de perderlo y debemos comprender que nacimos sin nada y al final cuando dejamos la existencia todo se queda. Desnudos nacimos, desnudos nos vamos.

domingo, 21 de octubre de 2012

Reflexionando Sobre la Observación con el Sabio Eurípides


Eurípides podría ser llamado el filósofo de las tragedias. Sus escritos son catalogados como obras literarias, pero leídas con detenimiento se convierten en tratados filosóficos que enseñan a la humanidad en todos los tiempos. Cada uno de sus escritos requiere la pausa constante para digerir las profundas ideas que se leen de manera continua. En su obra Ión y en boca del protagonista dice: “No es el mismo el aspecto de las cosas cuando están lejos y cuando se ven de cerca”. Frase de filósofo para ser estudiada.


El aspecto de las cosas es distinto visto de cerca que visto en la distancia. En su obra “El Nombre de la Rosa”, Umberto Eco escribe un diálogo en el que El Maestro Guillermo de Baskerville explica a su discípulo Adso de Melk la diferencia de observar un animal a lo lejos y el mismo animal de cerca. Le dice: Si ves algo de lejos, sin comprender de qué se trata, te contentaras con definirlo como un cuerpo extenso. Cuando estés un poco más cerca, lo definirás como un animal, aunque todavía no sepas si se trata de un caballo o de un asno. Si te sigues acercando, podrás decir que es un caballo, aunque aun no sabes si se trata de Brunello o de Favello. Por último, sólo cuando estés a la distancia adecuada verás que es Brunello... Así, hace una hora, yo estaba dispuesto a pensar en todos los caballos, pero no por la vastedad de mi intelecto, sino por la estrechez de mi intuición. Aquí explica Umberto Eco, de manera detallada y filosófica, lo que significa mirar de cerca y mirar de lejos. Si observamos a lo lejos, y no solo de manera física sino también de manera cognitiva, nos damos cuenta que debemos acercarnos a las cosas o a las ideas para observar mejor. Acercarse a las cosas quiere decir apreciar realmente lo que la cosa es. Significa dejar todo tipo de prejuicios y mirar la cosa de manera objetiva dejando de lado las arandelas subjetivas. Acercarse es querer conocer realmente lo que son las cosas y no quedarnos en meras opiniones de ellas.


Si hacemos caso de la sabiduría de Esquilo aprenderemos a buscar lo que las cosas son y eso significa que nos acercaremos lo más posible a ellas preguntándonos qué son, por qué son, cómo son y qué posibilidades tienen de ser. Si observamos de cerca conoceremos los detalles de los sucesos del mundo en que vivimos y este no pasará desapercibido.

sábado, 20 de octubre de 2012

Reflexionando Sobre los Juicios con el Sabio Sófocles

En la enorme obra Edipo Rey, el gran Sófocles nos hace reflexionar de manera permanente. Una de sus profundas frases, que educa a quien lee a conciencia, dice lo siguiente: “...juzga tú solo con conocimiento de causa”. Algunos dicen que Edipo Rey es una obra policíaca en la que nos enfrentamos a un misterio que se va develando poco a poco. El misterio es  el origen de la peste que azota al pueblo de Tebas, producida por haber aceptado a Edipo como rey. La historia de Edipo es compleja ya que resulta asesinando a su padre y casándose con su madre, todo esto sin saberlo. Era el destino al que estaba sometido desde antes de nacer. Cuando se entera de los sucesos, se castiga a sí mismo cegándose de manera cruel.


En esta obra de carácter investigativo, está esta frase que es acorde con cualquier proceso que esté encaminado a la búsqueda de la verdad, “juzga tu solo con conocimiento de causa”. Estamos acostumbrados a opinar sobre todo tema, del que sabemos y del que no. Pero nos enseña el Maestro Sófocles que solo debemos juzgar de aquello que conocemos. Recordemos la enseñanza de otros dos Sabios Maestros que han reflexionado, uno sobre la opinión y otro sobre los juicios. El primero es Platón, que ya en el año 400 a.c. decía que había dos grados de conocimiento: la ignorancia y la ciencia. A la ignorancia la dividía en creencia y opinión y a la ciencia la dividía en razón e intuición. Y enseñaba que era más fiable hablar bajo el dominio de la ciencia que del de la ignorancia, es decir que debíamos evitar hacer opiniones ya que es mejor hablar con certezas. El segundo es Jesús, el Nazareno, que en el año 30 d.c. enseñaba a sus oyentes y seguidores a no juzgar. ¿Por qué? Jesús era sabio y comprendía que la mayoría de nuestros juicios se basaban en opiniones. Es diferente hablar de un tema ignorando en qué consiste, que con conocimiento de causa. Pero acertamos más en nuestros comentarios si los basamos en el conocimiento de las cosas.

Recordemos la enseñanza de uno que fue más sabio entre los sabios, el Maestro Sócrates. Siendo quien era, padre de la filosofía, fue capaz de decir “solo sé que nada se.” Debemos procurar guardar silencio ante lo que desconocemos y hablar solo con el conocimiento de las cosas sobre aquello que se nos consulta.

domingo, 7 de octubre de 2012

Reflexionando Sobre la Libertad con el Sabio Esquilo

Esquilo, el profeta del destino, no creía en la libertad del ser humano. Pensaba que venía con nuestro nacimiento la carga que debiamos soportar en la vida desde el principio hasta el final. ¿Libres? Si los dioses decretan desde el inicio aquello que nos espera en la vida. ¡El Hombre es el portador del destino!


En su tragedia “Prometeo Encadenado”, en boca de la Fuerza, en diálogo con Hefesto, dice: Que, excepto Zeus, nadie en el mundo es libre. Al fin profeta, un adelantado a la filosofía de Spinoza y Sartre y al psicoanálisis del S XX.



Existe el debate acerca de la libertad del ser humano. ¿Es el Hombre un ser libre? La religión plantea que Dios nos hizo con libre albedrio. Es decir que somos libres de elegir a nuestro gusto. Escrito está en el Eclesiástico, 15,14: Él hizo al hombre en el principio y lo dejó librado a su propio albedrío. La filosofía afirma lo contrario, que el Hombre no es completamente libre sino que su libertad tiene límites. El filósofo Spinoza afirma: Los Hombres se equivocan al creerse libres, opinión que obedece al solo hecho de que son conscientes de sus acciones e ignorantes de las causas que las determinan.” Y el filósofo colombiano Nicolás Gómez Dávila afirma: Un hombre libre es un hombre sometido a las servidumbres de la vida.” Es por eso que aparece el filósofo Sartre afirmando una postura intermedia: El hombre está condenado a ser libre. Es decir que estamos esclavizados a la libertad. La frase parece contradictoria pero lo que afirma es que no podemos dejar de ser libres. Hasta si decidimos la no elección estamos eligiendo. Esquilo se adelanta a todos ellos al decir “Nadie en el mundo es libre.” Los seres humanos somos esclavos de la existencia, de la naturaleza y de nuestra esencia. La única solución posible la encuentra el mismo Spinoza manifestando: He dicho que es libre quien se guía solo por la razón. Somos esclavos de la naturaleza y de nuestras servidumbres y deseos. Pero si profundizamos en ellas y cuestionamos por qué nos motivan precisamente esas y no otras, al encontrar las razones que las mueven nos queda más fácil hacer la elección, porque la elección sería racional y no instintiva. Al dejarnos guiar por la razón comenzaremos a hacer elecciones motivadas por ella y no por nuestras pulsiones y deseos.


Y sin embargo Esquilo tiene razón, porque aun así, no somos libres de no hacer elecciones. Pero lo mejor es atender el consejo de Spinoza y si debemos escoger a qué esclavizarnos, es mejor ser esclavos de la razón, ya que salvo Zeus, nadie en el mundo es libre.      

sábado, 6 de octubre de 2012

Reflexionando Sobre el Derecho con el Sabio Shakespeare

En una obra de Shakespeare se encuentran infinidad de sabias enseñanzas que abarcan todo lo posible. ¿Qué decir de toda la obra Shakesperiana? Abarca el tiempo en su totalidad. En sus escritos no existe el pasado o el futuro porque todo es presente. Si dentro de diez millones de años existiera la humanidad, Shakespeare seguiría siendo actual (lo dicho anteriormente vale para Homero, Esquilo, Sófocles, Eurípides, y demás nombres que salen en estos escritos).


En su tragedia “la vida y muerte del rey Juan”, en la primer escena del acto segundo, en boca del rey Felipe, nos dice: “... el buen pensamiento de prestar atención a las violencias y ataques que se hacen al derecho. Una frase jurídica que toma vigencia en nuestro tiempo. Shakespeare, gran maestro del espíritu humano, nos pide que respetemos el derecho. Y no solo que lo respetemos, sino que lo ayudemos a proteger.


El derecho siempre ha sido motivo de estudio para las profundas mentes de la humanidad. Hay concordancia en que “el derecho es la norma que regula la conducta de los Hombres.” Es decir que los Hombres no sabemos comportarnos y necesitamos de algo que guíe nuestra conducta. Los seres humanos actuamos de acuerdo a nuestra voluntad y nuestra voluntad busca lo que es conveniente para nosotros sin importar lo que conviene a los demás. Es por eso que al vivir en comunidad  necesitamos de las normas para que permitan una sana convivencia y no pasemos por encima de los demás en nuestro afán de conseguir lo que queremos. Si las normas no van en contra de nuestros anhelos de buena vida en sociedad, debemos ser vigías de que el derecho no sea atropellado por aquellos que no han entendido que las normas están para armonizar la convivencia ciudadana, que de otro modo sería un caos, ya que cada quien haría lo que quisiera sin importar lo que los demás desean.



Reza una enseñanza popular “mis derechos terminan donde comienzan los derechos de los demás”, es decir que, como no estoy solo, no puedo pretender que todo debe hacerse como yo quiero. He de pensar que si todos pensáramos así viviríamos en guerra de manera permanente y sería una guerra en la que los bandos cambiarían de manera constante. El derecho y las normas existen para encausar la conducta humana que, como un río, cuando se desborda, destruye todo lo que encuentra a su paso.