Vanitas, Jacques Linard, 1600-1645, Museo del Prado. Madrid.

sábado, 30 de marzo de 2013

Reflexionando Sobre las Pasiones con el Sabio Kempis


Tomás de Kempis fue un asceta religioso que escribió un pequeño libro que invita a llevar una vida tranquila y reposada. El libro es titulado Imitación de Cristo, pero puede ser leído por no cristianos que deseen vivir una vida racional y alejada de los problemas absurdos y banales que se presentan en la cotidianidad.

El librito es rico en frases, una de ella reza: En resistir, pues, a las pasiones se halla la verdadera paz del corazón, que no en seguirlas. ¡La paz del corazón es el anhelo que debemos buscar los seres humanos! Es cierto que es condición de nuestra existencia el sufrimiento. No todo, en el mundo y en la vida, ocurre como deseamos, algunas cosas pasan y nos causan beneplácito, otras ocurren que nos angustian, lastiman, entristecen. La afectación de carácter perjudicial para nosotros, entre otras cosas, la sentimos por el apego y por los afanes. Nos aferramos fuertemente a las cosas materiales y queremos que sean eternas, que no se dañen, que no se pierdan, que no nos la quiten. Además del apego vivimos acelerados y queremos que las cosas sucedan de inmediato y como nosotros deseamos que ocurran. El apego y el afán entran dentro de la categoría de las pasiones. Los seres humanos somos en nuestra esencia pasionales, es uno de los tipos de conducta que nos caracteriza, si no fuera así tal vez no habría reproducción humana y perpetuación de la especie y en épocas pasadas el enojo contra otros nos salvaba la vida o nuestras pertenencias (cueva, caza, crías, hembras). Hoy en día es diferente, ya no hay lucha por la supervivencia de la especie, la humanidad está posicionada y ha logrado dominar el hábitat y las restantes especies. Hemos desarrollado la capacidad de razonar, el raciocinio es una práctica a la que nos debemos habituar para lograr la reflexión de nuestras acciones y no caer en arrepentimientos posteriores. Si nos dejamos llevar por la conducta pasional, en determinadas situaciones, es posible que cometamos errores que nos terminen perjudicando. Un ejemplo de comportamiento pasional que se debe evitar es matar por celos y más aun, celos infundados o enfermizos. Otro ejemplo de comportamiento pasional inadecuado es lastimar o matar a otro por ira causada por el desacuerdo de ideas. Podríamos decir que la actitud pasional se necesita en algunas ocasiones como por ejemplo cuando esta en peligro la vida de un ser cercano que necesita ser defendido por nosotros o cuando es nuestra propia vida la que está en riesgo. Pero dejarnos llevar por un acto pasional es estar en peligro de caer en situaciones de riesgo a nuestra tranquilidad, si le gusto a una persona comprometida o esa persona me gusta a mí, lo mejor es controlar la pasión que se genera y se desborda y actuar de manera racional. Cuando considero que mi idea con respecto a algo es la mejor idea para llevar a cabo pero los demás consideran, después de escuchar mis argumentos, que no es así, debo dejar el apasionamiento de lado, dejar que se lleve a cabo la idea escogida y esperar a que el tiempo de la razón en cuanto si yo o los demás eran los que estaban equivocados.

Un espíritu apasionado es un espíritu acelerado, un espíritu racional es un espíritu sosegado. Un espíritu pasional es un espíritu desbordado, un espíritu racional es un espíritu controlado. La paz del espíritu, del ánimo, del carácter, de la persona, la paz del corazón, la tranquilidad mental, se encuentra en el control de las pasiones, en la reflexión de las acciones, en el reposo de la meditación, en la serenidad del pensamiento.

sábado, 23 de marzo de 2013

Reflexionando Sobre los Hechos del Mundo con el Sabio Wittgenstein

Existen personas que han sido sorprendentes. No parecen de este mundo, precisamente porque son diferentes del común de los mortales. Normalmente las personas aspiran a la riqueza y a la gloria, en diferente grado unos de otros, pero es común que algunos anhelos humanos tiendan hacia esa meta. Un personaje que nació en cuna de oro y que escribió un libro que cambió el rumbo del pensamiento filosófico y que fue codiciado por las mejores universidades de la época, renunció a la riqueza material y a la gloria mundana y de esta manera alcanzó, en vida, riqueza espiritual y, en la muerte, la gloria perpetua. Hablo del místico y filósofo Ludwig Wittgenstein, quien logró en vida lo que pocas personas han logrado, cautivar al mundo con su pensamiento y logró después de su muerte entrar a las páginas inmortales de la historia de la humanidad y del pensamiento.

En un corto, pero enorme libro, que lo contiene y lo explica todo, el Tractatus logico-philosophicus, Wittgenstein escribió lo siguiente: El mundo es independiente de mi voluntad. (Proposición 6.373). El mundo ocurre independientemente de mis deseos y anhelos. No importa lo que yo desee, sencillamente los hechos suceden. El Sabio Wittgenstein comprendió que el mundo ocurre de manera independiente de lo que queremos. Mi voluntad no afecta el mundo de manera esencial, podrá afectarlo de manera accidental y mínima, por voluntad puedo matar una mosca o eliminar una planta, pero la esencia del mundo no se ve afectada por mí. Puedo querer que no ocurran inundaciones, terremotos, guerras, injusticias, pero ocurren y no puedo hacer nada para cambiar las ocurrencias del mundo y la voluntad de las personas. ¿Y esto qué significa? Significa que debo aceptar que las cosas suceden porque sí y no por alguna causa oscura, finalidad predeterminada o sentido oculto. Lo malo o lo bueno se convierten así en la manera personal de valorar aquellas cosas que suceden en el mundo y que me afectan de manera directa o indirecta. Si, como enseña Wittgenstein, aprendo que el mundo es independiente de mi voluntad, comenzaré a aceptar que las cosas suceden y no intentaré buscar un significado sino que aceptaré los hechos y viviré con resignación y sabiduría frente al ocurrir de las cosas. Aceptaré cualquier pérdida o ganancia como un accidente fortuito que, así como me pasó a mí, le pudo haber ocurrido a cualquiera. Comprenderé que ocurren hechos que hacen parte de la naturaleza y que es imposible que no ocurran, como la muerte, la injusticia, la violencia, la enfermedad, las catástrofes naturales y demás.


El mundo es independiente de mi voluntad y, por tanto, mi voluntad debe ser dependiente del mundo para poder aspirar a una vida vivida con sabiduría. Wittgenstein se convierte así en un representante del estoicismo en la modernidad.

domingo, 17 de marzo de 2013

Reflexionando Sobre Nuestras Acciones con el Sabio Shakespeare


El Hombre ha sido motivo de estudio para sí mismo. Siempre hemos querido saber lo que somos. Primero fue la filosofía la que quiso cuestionarse acerca del ser humano, luego aparecieron sus hijas, la antropología, la psicología, la sociología, la psiquiatría, el psicoanálisis, entre otras, las que intentan dar respuesta a esta pregunta y comprender qué somos. Un antiguo filósofo visionario, logró decir, desde hace mucho, cómo es que estamos conformados. Se dio cuenta que nos guían tres clases de conducta que él llamó concupiscente, irascible y racional, es decir, la conducta guiada por el deseo, el sentimiento y la razón. Platón logró develar la esencia del Hombre, después de él se repite el patrón tripartito del ser humano, hasta llegar al siglo XX, con el padre del Psicoanálisis Sigmund Freud, quien divide al Hombre en ello, yo y superyó, y a la neurociencia moderna con el cerebro reptiliano, límbico y neocórtex. Platón decía que, para ser Hombres libres, era el comportamiento racional el que debía dominar los comportamientos dados a partir de los deseos y los sentimientos y no dejarnos llevar, como esclavos, por los afectos.

Muchos Grandes Maestros del Pensamiento han concordado con el Enorme Platón, entre ellos Shakespeare, quien de su vasta y profunda obra, en Otelo, acto I, escena III, nos dice, en boca de Yago algo parecido: Si la balanza de nuestras existencias no tuviera un platillo de razón para equilibrarse con otro de sensualidad, la sangre y bajeza de nuestros instintos nos llevaría a las consecuencias más absurdas. Pero poseemos la razón para templar nuestros movimientos de furia, nuestros aguijones carnales, nuestros apetitos sin freno... El Genio del Enorme Shakespeare emparentado con el Enorme Platón. La razón está para equilibrar nuestras pasiones, sino seriamos como animales, seres que actúan por impulsos naturales. Si nos dejáramos llevar por los impulsos del momento cometeríamos muchos absurdos y luego llegaría el arrepentimiento. Pero afortunadamente poseemos la razón que nos ayuda a refrenar el enojo, el deseo y los apetitos. Es triste saber que pocas personas intentan actuar acorde a la razón y que son impulsivas y no controlan sus acciones o palabras. Platón se pronunció en el siglo IV a.c. y aun hoy no hacemos caso de sus enseñanzas. Ha habido un progreso a nivel científico y tecnológico pero a nivel de las acciones humanas no ha habido mucho progreso.

Deberíamos hacer caso de las enseñanzas de Shakespeare quien recomienda la razón para refrenar nuestros más bajos comportamientos y actitudes para con nosotros, los demás y la naturaleza.

domingo, 10 de marzo de 2013

Reflexionando Sobre la Incertidumbre con el Sabio Eurípides


Somos seres que percibimos el mundo. Nuestros sentidos nos dan una idea de cómo es el mundo. Nos hacemos en nuestro intelecto una imagen del mundo. ¿Pero es el mundo la imagen que nos hacemos de él? ¿Coincide el mundo externo con la imagen que proyectamos en nuestro interior? ¿Qué es lo real? ¿Sabemos qué somos o qué es el mundo? ¿Tenemos certeza de nuestros conocimientos? ¿Sabemos algo? ¿Es fiable nuestro intelecto?

El gran Sabio Eurípides nos hace reflexionar sobre la incertidumbre en su tragedia Ion. En la obra,  Creusa dice a su hijo Ion, perdido hace mucho tiempo y ahora encontrado, lo siguiente: Juguetes de la suerte, bogamos en un mar de incertidumbres. El Sabio logró ver lo que nadie más vio, logró vislumbrar la verdad. Somos ignorantes de todo y la única certeza que debemos tener es la certeza de nuestra ignorancia. Ya lo dijo otro gran Sabio, contemporáneo y admirador de Eurípides, padre de la filosofía, Sócrates: Solo sé que nada se. ¿Qué sabemos? Solo nos podemos acercar un poquito a la certeza en el instante presente. Sabemos qué ocurre en el momento en que lo estamos presenciando. De lo pasado sabemos lo que dicen pero puede ser un error basado en una mentira, ¿cómo corroboro lo dicho si dista mucho en el tiempo? De lo futuro sabemos lo que especulan y puede ser especulación sin fundamentos y por tanto puede ocurrir lo contrario a lo que se propuso. ¿Cómo corroboro lo que está por venir? ¿Y entonces qué pasa con la ciencia? ¿La ciencia nos da conocimientos ciertos? Si calentamos el agua a cien grados centígrados, hierve. ¿Es éste un conocimiento seguro? En apariencia, ya que la ciencia no nos dice cómo es el mundo sino que nos regala un modelo del mundo. La ventaja del conocimiento científico es que este modelo coincide con los hechos y asumimos que es conocimiento real, lo cierto es que existen varias explicaciones para un mismo evento y escogemos el que mejor entendimiento nos brinda. Hay personas que ante una enfermedad asisten a la iglesia, al curandero, al sanador o al médico y quíen puede decir qué lo curo. A lo mejor la enfermedad no era lo que se creía y su tiempo de vida era corto y se atribuye la sanación a otro tipo de situaciones como el haber rezado con fe o la eficacia del medicamento ó ¿qué son los placebos?

La naturaleza, el mundo, el cosmos es más de lo que vemos o percibimos. La ciencia, el gran conocimiento de la humanidad no nos dice lo que es el mundo. Einstein, el gran genio del S.XX lo afirma cuando dice en uno de sus escritos: toda nuestra ciencia, comparada con la realidad, es primitiva e infantil; y sin embargo es lo más precioso que tenemos. El genio lo sabía, la ciencia no es un conocimiento certero de la realidad. La realidad es inmensamente superior e inabarcable. 

domingo, 24 de febrero de 2013

Reflexionando Sobre la muerte con el Sabio Eclesiastés


Eclesiastés o Cohélet es uno de los libros Sapienciales de la tradición Bíblica. Junto con Job, es un libro de la más profunda filosofía existencial. Si se lee con atención es un libro que enseña verdades que pueden perturbar la tranquilidad ya que son tan profundas que develan la realidad oculta bajo la ilusión que nos brindan la sociedad y la cultura. Es atribuido a Salomón, el gran sabio de la antigüedad bíblica.

En la primera parte dice: Una generación va, otra generación viene; pero la tierra para siempre permanece. (1, 4) Este fragmento recuerda al Sabio griego Homero cuando en su Ilíada dice: “Cual la generación de las hojas, así la de los hombres. Esparce el viento las hojas por el suelo, y la selva, reverdeciendo, produce otras al llegar la primavera: de igual suerte, una generación humana nace y otra perece. (Canto VI, 145) Las generaciones van y vienen, nacen y perecen, florecen y se marchitan, nadie permanece para siempre. Verdades profundas desde antiguo dichas, nacimos para morir. Lo dice el Sabio Salomón, lo dice el Sabio Homero, ahora estamos y pronto nos iremos.

pesar de sabernos mortales actuamos y nos comportamos como inmortales, o, peor aún, como ignorantes de nuestro destino, como si la muerte no existiera, como si creyéramos que vamos a vivir para siempre. Y además no pensamos como generación ya que, al parecer, nos importan un bledo las generaciones futuras, o ¿qué planeta le estamos dejando a nuestros descendientes?, ¿aguas limpias?, ¿buenos bosques?, ¿políticas de igualdad? Somos egoístas como generación porque somos egoístas como individuos. No pensamos en el futuro porque creemos que nuestro presente es eterno. ¿Qué pasaría si cambiáramos nuestra perspectiva?, ¿si tomáramos conciencia de nuestra mortalidad? Tal vez pensaríamos no como individuos sino como especie, tal vez nuestras ideas girarían en torno a la humanidad y cuidaríamos del planeta que habitamos. Al sabernos mortales y al no tener certeza de nuestro instante final apreciaríamos más los momentos terrenos ya que sabríamos que cada instante es único y que después de esta vida no hay otra. Una rosa es bella precisamente por ser efímera. La belleza no es permanente, es instantánea.

Nacemos y morimos, llegamos y partimos. Bajo esta perspectiva, la vida se torna valiosísima ya que sabemos que pronto cesará y que, sin importar su duración, frente a la eternidad no es nada, es tan solo un instante, un parpadeo, un momento fugaz. Tomemos conciencia de la muerte para apreciar la fugacidad de la vida.

sábado, 23 de febrero de 2013

Reflexionando Sobre Nuestras Búsquedas con el Sabio Gustavo Adolfo Bécquer


Gustavo Adolfo Bécquer, Enorme Poeta Español. Es el puente entre la antigua poesía romántica y la nueva poesía española. Inspiró a los poetas de finales del S. XIX y principios del S. XX. Fue un elegido de las musas y vivió atormentado. Murió joven y brilló después de su muerte con sus rimas y leyendas. Es el poeta de los sentimientos amorosos y, además del amor, de una fuerte carga filosófica y existencial.

En, tal vez, su mejor leyenda “El Rayo De Luna”, dice: Cántigas..., mujeres..., glorias..., felicidad..., mentiras todo, fantasmas vanos que formamos en nuestra imaginación y vestimos a nuestro antojo, y los amamos y corremos tras ellos, ¿para qué?, ¿para qué? Para encontrar un rayo de luna. Además de Poeta, Filósofo. Hombre Grande que, con tan solo treinta y cuatro años, alcanzó la inmortalidad y su nombre inspira, enseña e ilumina a quienes lo leen.

En esta obra hay un joven romántico y meditabundo que se encuentra en el bosque y en la noche cree ver a su alma gemela que vaga, como él, en busca del contacto con lo místico. Cuando indaga más en quién es la amada, se da cuenta que es el reflejo de los rayos de luna entre el follaje del bosque. Toda la ilusión que tenía en la belleza y el amor de una mujer y la felicidad que ella podría proporcionarle se desvanece como una falsa ilusión. En cuatro palabras menciona la meta existencial humana, cantigas equivale a distracciones; mujeres, al amor; glorias, al poder y al reconocimiento; felicidad, a la tranquilidad y la vida plena; eso es lo que busca cada humano en esta vida. La crítica es severa, “mentiras todo”, todo aquello que anhelamos y a lo cual aspiramos es una mentira, es decir algo que no es verdad. La gloria, la felicidad, el amor, la diversión, todo es una mentira. “Fantasmas vanos que formamos en nuestra imaginación y vestimos a nuestro antojo”, es decir que los humanos inventamos como debemos vivir y con el tiempo las generaciones posteriores creen que es verdad, que es la única manera y no son capaces de corregir lo erróneo y de buscar nuevas estrategias; “los amamos y corremos tras  ellos”, es decir es en lo único que creemos y lo único que pensamos que existe y vamos en su búsqueda ignorando lo demás; ¿para qué?, ¿para qué? Para encontrar un rayo de luna, es decir algo efímero y que se desvanece en el tiempo. Los seres humanos vivimos de ilusiones y creemos que estas invenciones de nuestra mente son reales. Creemos, además de aquellas cosas que inventamos como especie o como individuos, en aquellas cosas que los demás inventan. Y deberíamos aprender a confiar más en nuestra inteligencia, es decir en no inventar nada y en indagar por cuenta propia en la realidad de las cosas. No es lo mismo nacer pobre que nacer rico, ni es lo mismo nacer en áfrica que nacer en Alemania, lo que quiere decir que nosotros inventamos la cultura y la forma de vivir en sociedad. De acuerdo a esas culturas nos trazamos metas y vivimos para conseguir alcanzarlas y cuando las logramos nos damos cuenta que no es precisamente lo que esperábamos pero pensamos que ya es tarde para comenzar de nuevo y lo que hacemos es acostumbrarnos al ritmo de vida que llevamos. No existe acuerdo en qué es la vida humana y cada campo del conocimiento plantea una posible explicación a lo que es nuestra vida y vivimos y morimos en la red de ilusiones tejidas en torno a nuestra existencia. Casarse, tener hijos, ser profesional, tener casa propia, poseer tecnología, tener carro, ahorrar, vivir en la ciudad, emplearse... ¿son ilusiones autoimpuestas por la sociedad o verdades establecidas de manera natural?

¿Qué metas debemos plantearnos?, ¿cómo debemos vivir nuestras vidas?, debemos pensar que si vamos en contra de la corriente, iremos en contra de lo establecido socialmente y si perjudicamos a los demás nos pueden perjudicar por antisociales, pero, además de respetar lo socialmente establecido, podemos escoger aquellas cosas que nos interesan sin importar lo que otros piensen. Si el mundo nos impone ilusiones ¿por qué no podemos establecer las propias?

domingo, 17 de febrero de 2013

Reflexionando Sobre la Sabiduría con el Sabio Nicolás Gómez Dávila


Don Nicolás, Enorme Filósofo colombiano estudiado en Europa y desconocido en nuestro país. Un Hombre afortunado que vivió para leer y pensar y no para trabajar. Se construyó un paraíso, en su casa en Bogotá, de más de treinta mil libros, la mayoría en el idioma del autor. Se dio el lujo de leer, pensar y escribir nueve horas al día. Solo puede ser llamado el Dios de los Escolios.

Uno de sus escolios dice: La madurez del espíritu comienza cuando dejamos de sentirnos encargados del mundo. Sabio, el gran filósofo Nicolás. Sus enseñanzas deberían nutrir a sus coterráneos pero los colombianos son sordos a la sabiduría. ¿Qué nos quiere decir? Es sencillo, no somos los encargados del mundo. Enseñanza de sentido estoico. ¿Qué es el mundo? El mundo lo es todo. El mundo son los objetos, los sujetos y las relaciones, es decir, las cosas, las personas y como se encuentran relacionadas entre sí. “El mundo es independiente de mi voluntad”, dijo, otro grande del pensamiento, el filósofo Wittgenstein. Maduramos en espíritu, es decir, adquirimos sabiduría, cuando comprendemos que el mundo sucede, que los hechos pasan, que las cosas simplemente ocurren. El mundo no va como yo quiero que vaya, el mundo va como va y punto. Somos nosotros quienes le damos sentido al suceder del mundo, somos nosotros quienes le damos significado a los hechos. Dependiendo de nuestro estado mental le damos el significado a las cosas. Si estamos bien tienen un sentido, si estamos mal tienen otro. Si pensamos así es diferente a si pensamos asá. Pero al mundo no le importa lo que pensemos de él. El mundo permanece y las generaciones de humanos aparecen y desaparecen. Las viejas generaciones ven nacer a las nuevas y las nuevas generaciones ven perecer a las viejas, y el mundo ahí. Comenzamos a adquirir sabiduría cuando nos damos cuenta de que el mundo no depende de nosotros y que las cosas que suceden no tienen ningún mensaje oculto para que las descifremos. Existen diferentes formas de vivir, una de ellas es la de intentar cambiar o transformar el mundo, pero los cambios que logramos son mínimos. Y nosotros no podemos hacer nada con respecto al pasado y no podemos predecir el futuro. Otra forma de vivir es siendo un observador imparcial del mundo, es decir observarlo, contemplarlo, pensarlo, y vivir sabiendo que somos parte del mundo y que somos seres mortales, que nuestra vida es efímera y que estamos destinados al “polvo elemental que nos ignora.” (Borges).

No somos dueños del mundo, no somos responsables de las cosas que ocurren en él, ni de las decisiones que las personas toman, somos medianamente responsables de nosotros mismos y totalmente responsables de nuestras acciones. 

sábado, 16 de febrero de 2013

Reflexionando Sobre la Realidad con el Sabio Platón


Platón, el discípulo de Sócrates, es una de las estrellas centrales del universo filosófico. Decía de él, con entera razón, Don  José Pijoán, en su breviario de la historia de la humanidad, “recordemos que Platón representa el mayor esfuerzo que ha hecho el espíritu humano en la esfera del pensamiento.”

En el diálogo Hipias Menor, o de lo falso, en Boca de su Maestro Sócrates, a quien le rindió respeto y admiración toda la vida, dice: La realidad se me escapa, no sé qué es ella. ¡La realidad! ¿Qué es la realidad? Toda la filosofía ha girado en torno a esta pregunta. Desde antiguo se ha querido asir la realidad pero ella constantemente se nos escapa. Creemos que el mundo es como lo percibimos pero ¿estamos seguros? Parménides, tal vez el gran abuelo de la Lógica, decía que la multiplicidad, el movimiento, la finitud, características que presenciamos, en el mundo actual y real, son una ilusión. Heráclito, padre del Devenir, decía que el constante cambio del mundo es lo real. Ya estos dos antiguos padres de la filosofía tenían ideas contrarias sobre la realidad. Los empiristas aseguran que el mundo es aquello que nuestros sentidos perciben y los racionalistas dicen que el verdadero mundo debe ser captado con la razón ya que los sentidos nos dan una imagen equivocada de lo que es real. El gran Kant nos deja perplejos cuando dice que una cosa es lo que vemos en el mundo y otra cosa es lo que el mundo es (la cosa en sí y la cosa para sí). Lo que se nos enseña es que lo que vemos del mundo es lo que nuestra subjetividad le agrega al mundo. Pero todavía queda lo que son las cosas desnudas del arraigo de nuestra subjetividad. Si esto dicen estos grandes maestros del mundo objetivo ¿qué decir de los hechos a nivel humano? Un humano es un ser complejo, por lo tanto la relación entre dos humanos es un hecho aun más complejo. Ni que decir de la complejidad de las relaciones sociales y del mundo en general. Entonces debería preguntarme ¿es cierto lo que creo de los demás? ¿Tengo juicios o prejuicios? ¿Mis ideas de los demás son correctas o equivocadas? Y volvemos a la pregunta del principio ¿Qué es la realidad? Volviendo a las cosas, a la naturaleza, al mundo, la física plantea que los umbrales de la realidad última se pierden entre los límites de los átomos y la energía. Si hay algo cierto es que el mundo no es como lo percibimos. Lo que sí es cierto es que nos hemos puesto de acuerdo en cómo nombramos el mundo y hemos convenido en que el mundo es de una forma específica que nos permite comunicarlo y nos permite relacionarnos con él.


La realidad se nos escapa, no sabemos lo que es. Vamos por la existencia, y por los fragmentos del tiempo que nos corresponde en la historia, ignorantes de la realidad, del mundo y de las cosas. La realidad es difícil de asir, de sujetar, de encerrar. Por esa característica de la realidad es que existe la ciencia y existen tantas teorías científicas que intentan explicarla, por esa característica de la realidad es que existen el arte, la religión, la filosofía y demás manifestaciones del espíritu humano. Ya lo vio el gran maestro Platón, grande entre los grandes y sabio entre los sabios, la realidad se nos escapa y no sabemos lo que ella es.

domingo, 3 de febrero de 2013

Reflexionando Sobre los Hábitos con el Sabio Epicteto


Estamos en el mundo y, a través de la vida y la experiencia, lo conocemos. Nuestro conocimiento del mundo es profundo, tan profundo que hemos sido capaces de transformarlo, pero al mismo tiempo tan superficial que al transformar el mundo lo estamos destruyendo y con él nos estamos destruyendo a nosotros mismos. Carecemos del conocimiento primordial, el conocimiento de nosotros mismos. Nos especializamos en el afuera y nos olvidemos del adentro. Conocernos a nosotros mismos es tarea diaria, es un ejercicio continuo, es un hábito que debemos adquirir.

En su “Manual de Vida” o “Enchiridion”, el libro de la sabiduría del filósofo estoico Epicteto, libro que nos enseña a ser Hombres libres y no esclavos de las pasiones, dice: ...podemos entrenarnos para tener mejores hábitos. Permanentemente actuamos. A diario nos enfrentamos al mundo y lo afectamos con nuestras acciones. Estas generan reacciones y la naturaleza de las interacciones humanas se torna compleja. A veces (tal vez la mayoría de las veces) no meditamos nuestras acciones (ni antes, ni después de realizarlas) y afectamos de manera negativa a los demás. Es por eso que el mundo se torna caótico y difícil. Regularmente, por la carencia de meditación, nuestros actos son de reacción inmediata, es decir sometidos al impulso instantáneo, al ímpetu del momento. Por eso los Sabios Estoicos, entre ellos Epicteto, recomiendan que pensemos quiénes somos y en cómo nos comportamos y reaccionamos ante el mundo. No debemos dejar que el mundo y la naturaleza nos dominen. Es cierto que somos esclavos de la existencia y de nuestra naturaleza humana, pero también es cierto que hay una parte de nosotros, la razón, que puede liberarnos, parcialmente, de la esclavitud. Es cierto que tenemos varias condenas (estamos condenados a morir, a la naturaleza, a nuestra condición humana, a la sociedad, etc.) pero aun un condenado, en el encierro de su celda y su prisión, tiene un instante para hacer lo que quiere, es decir para la libertad. No podemos escapar de ella. Y en la existencia humana la verdadera libertad se logra por medio de la razón. Solo la razón nos hace verdaderos seres libres y no esclavos de la ilusión de una falsa libertad. Gracias a la razón podemos escapar de la tiranía de los afectos y de la tiranía de los sentidos.

Aplicando la razón a nuestra vida, a nuestras acciones y a nuestra existencia, seremos capaces de comprender nuestro lugar en el mundo y la esencia de nuestro ser. Comprendiendo esto seremos capaces de cambiar nuestras acciones generando hábitos diarios de meditación racional del mundo y de nuestro actos. Razonando el mundo y nuestro actuar nos habituaremos a reaccionar de manera meditada ante las situaciones cotidianas que se nos presentan y de esta manera generaremos hábitos sanos de existencia y de convivencia. Si queremos podemos ser personas ejemplares en un mundo que necesita personas que eduquen con su vida, con sus actos y con su pensamiento. Si queremos podemos entrenar nuestros hábitos, está en nuestra voluntad hacerlo, la pregunta es ¿por qué no hemos comenzado?

sábado, 2 de febrero de 2013

Reflexionando Sobre la Ignorancia con el Sabio Séneca


La filosofía es de las cosas más bellas que le ha podido pasar a la humanidad. Si la filosofía se antepone al conocimiento en general, tendremos un mejor proceder con aquello que conocemos. Dentro de la bastedad de la filosofía existen campos que son sublimes, etéreos, puros. El estoicismo, una parte de la filosofía que nos indica como soportar los vaivenes de la fortuna, es una muestra de aquellos campos filosóficos que embellecen la existencia.

Séneca, uno de los representantes del estoicismo romano, dice en su tragedia Edipo, en boca de su protagonista, lo siguiente: La ignorancia es remedio ineficaz contra los males. Un hombre Sabio conocedor de los males que aquejan a la humanidad. No solo la ignorancia es un remedio ineficaz contra los males sino que es uno de nuestros mayores males. Y, contrario a la ignorancia, el conocimiento es la solución a muchos de nuestros males (por lo menos de aquellos que no son causados por el conocimiento). Pero el Sabio sabe y el conocimiento por sí solo no es solución a nuestros males, sino que la solución es aquello que hagamos con el conocimiento, es decir la sabiduría. Desde antiguo los filósofos han aconsejado que la solución a los males que se nos presentan es el conocimiento y que la ignorancia es lo peor que nos aqueja. Para el Maestro Sócrates, padre de la filosofía, conocimiento es sinónimo de virtud. El conocimiento no debe ser solamente la acumulación de información y datos útiles o inútiles sino el saber actuar con aquellos datos, si conocimiento es sinónimo de virtud debe ser algo muy cercano a la sabiduría. A veces se nos presentan situaciones que requieren ser solucionadas, si carecemos del conocimiento necesario para dar solución a los problemas entonces seguiremos con el problema presente y tal vez el problema desemboque en una situación que empeora nuestra vida y al final lamentaremos no haberlo solucionado y no haber tenido el conocimiento requerido. Si poseemos el conocimiento para dar solución a un problema pues se nos facilita la vida ya que daremos solución al problema y nuestra vida será más simple. A veces se nos presenta un inconveniente y debemos acudir a aquellos quienes poseen el conocimiento especializado para buscar la solución, es difícil poseer todo tipo de conocimiento ya que el conocimiento es muy amplio y nuestra capacidad de almacenamiento es limitada. A veces se nos presenta un conflicto y tenemos el conocimiento para solucionarlo pero no sabemos emplearlo, es ahí cuando necesitamos el acopio de la sabiduría. Con sabiduría el conocimiento se vuelve solución, sin sabiduría el conocimiento acrecienta el problema. A veces el conocimiento no soluciona algunos problemas, ahí debe estar presente el saber de que no siempre conocer soluciona y lo que hay saber es que hay situaciones no solucionables. Frente a estas situaciones el mejor conocimiento es la Sabiduría del Estoicismo. Saber que hay eventos no solucionables y que debemos aprender a convivir con ellos es el mejor conocimiento al que debemos aspirar.


En definitiva la ignorancia es remedio ineficaz contra los males, el conocimiento es remedio eficaz contra los males y la sabiduría es la solución a nuestra frágil  y conflictiva existencia. Sin sabiduría no hay conocimiento eficaz, con sabiduría todo conocimiento se hace solución. El Estoicismo es una invitación a una existencia serena y a ver los hechos como acaecen y no como quisiéramos que ocurrieran.

domingo, 27 de enero de 2013

Reflexionando Sobre la Razón con el Sabio Spinoza


La racionalidad es un ejercicio, una práctica diaria. No nacemos racionales, nacemos con la capacidad de potenciar la racionalidad. Lo que si se nota a leguas son las características que nos gobiernan: el afecto y el deseo. Somos seres afectivos y de necesidades. Como dice Spinoza “El deseo es la esencia misma del Hombre.” O “El Hombre está sujeto siempre, necesariamente, a las pasiones.” Deberíamos buscar la forma de maximizar nuestra capacidad racional y automáticamente tendríamos el mejor de los mundos posibles. La razón evitaría la violencia, la injusticia, la ignorancia.

En su Ética, en la parte cuarta, en el escolio de la proposición XLVII, Spinoza dice: cuanto más nos esforzamos en vivir según la guía de la razón, tanto más nos esforzamos en no depender de la esperanza, librarnos del miedo, tener el mayor imperio posible sobre la fortuna y dirigir nuestras acciones conforme al seguro consejo de la razón. ¡El profeta de la razón, convencido y seguro de los dones de su diosa! Desde antiguo, Platón nos ha sugerido que, para ser mejores personas, la razón debe dominar nuestros deseos y pasiones (o pulsiones). Si dejamos que nuestras acciones sean guiadas por el deseo o el afecto entonces seremos arrastrados por el ímpetu y no nos tomaremos un tiempo para pensar y calcular nuestras acciones. Si no se piensa para actuar, no calcularemos los daños que se puedan generar a partir de nuestros actos y posiblemente perjudiquemos a otros, ya que los actos de deseo y de pasión son actos egoístas porque van en busca del beneficio personal y no del colectivo. Pero miremos los beneficios de la razón: no depender de la esperanza, librarnos del miedo, tener el mayor imperio posible sobre la fortuna y dirigir nuestras acciones conforme al seguro consejo de la razón. Miremos cada uno de estos beneficios: 1) No depender de la esperanza, es decir no esperar lo que no sabemos si va a llegar y no esperar imposibles ya que racionalmente hemos guiado nuestras acciones y hemos hecho lo posible por alcanzar nuestros logros. En ocasiones la esperanza es pereza ya que no nos esforzamos al máximo de nuestras posibilidades y esperamos un golpe de la fortuna para salir beneficiados. En el mundo están las cosas que dependen de nosotros y las que no, a las que dependen de nosotros debemos tenerlas en nuestra mira y hacer lo posible para que se consoliden y las que no dependen de nosotros debemos dejar que sucedan y aceptarlas ya que no está en nuestro ser haberlas realizado. 2) librarnos del miedo, es decir no temer. La razón nos indica que en este mundo nos suceden cosas, a las que nos convienen las llamamos buenas y a las que no, malas. Pero en la vida, ambas nos suceden a menudo, y las que nos convienen nos causan felicidad, alegría, dicha y las que no, nos causan tristeza, angustia, temor. Sentimos temor por aquellas cosas que desconocemos y que nos pueden causar daño, pero si hacemos el ejercicio racional y nos damos cuenta que estamos prontos a experimentar un hecho causal, pues no debemos temer porque es un hecho provocado por nuestras acciones y nos pasa aquello que provocamos, pero si estamos próximos a experimentar un hecho casual tampoco debemos sentir temor ya que es un hecho que no depende de nosotros sino que es independiente de nuestra voluntad y aquellas cosas deben ser aceptadas por nosotros ya que pasan en el mundo y no escogen cuando pasan ni a quien le deben pasar. 3) tener el mayor imperio posible sobre la fortuna, es decir que aceptamos aquellas cosas que pasan y que no están en nuestro haber que pasen, porque son cosas que suceden porque sí y no por algún designio ultraterreno o con alguna intención o significado, además las cosas suceden pero la actitud racional nos permite actuar de acuerdo a esas situaciones de la manera más óptima que podamos actuar. 4) dirigir nuestras acciones conforme al seguro consejo de la razón, es decir pensar antes de actuar, tomarse un tiempo para meditar nuestras acciones y calcular sus alcances. Mirar dentro del abanico de posibilidades cual es el más benéfico a seguir y el que causa menos daño a mí y a los demás.

Spinoza es el profeta de la razón. Si la razón es una religión, él es su más alto profeta y uno de sus mártires (fue atacado a cuchillo por sus ideas) ya que encamina la razón a nuestras acciones diarias con más claridad que otros filósofos (al mejor estilo de Sócrates, quien sería a mí parecer la razón hecha carne), también defensores y seguidores de la actitud racional. Si queremos vivir de manera tranquila en este mundo turbio y complicado debemos comenzar a practicar la racionalidad para lograr la paz y la tranquilidad mental que lograron personas como Sócrates y Spinoza.

sábado, 26 de enero de 2013

Reflexionando Sobre el Conocimiento con el Sabio Don Quijote


Don Quijote es un ejemplo para el ser humano. Un Hombre que lucha por lograr la justicia de los actos propios y encaminar a lo justo los actos ajenos. Don Quijote es el ejemplo de Hombre que lucha por un ideal y que no se desvía de los principios que rigen su vida así los obstáculos sean más fuertes que su persona. De ahí que Simón Bolívar hubiese dicho en la Quinta de San Pedro, en Santa Marta, pocos días antes de morir: “Los tres grandes majaderos de la historia hemos sido Jesucristo, Don Quijote y yo porque hemos arado en el mar y edificado en el viento.”

En la segunda parte del Quijote, en diálogo con Maese Pedro, dice el Quijote: Ahora digo que el que lee mucho y anda mucho ve mucho y sabe mucho. Excelente afirmación que puede ser tomada como consejo del Sabio Don Quijote. El que lee mucho y el que anda mucho... es decir quienes nutren el intelecto con libros y quienes nutren la experiencia y los sentidos con viajes. Don Quijote habla de dos maneras de conocer: la racional y la empírica. Leer nutre el entendimiento, leer es vivir en conversación con los difuntos y escuchar con los ojos a los muertoscomo diría el poeta español Francisco Quevedo. Leer es darse cuenta de lo que pensaron aquellos que hoy ya no viven. Es cierto que hay muchos libros, por eso hay que saber escoger y se recomiendan aquellos que han sobrevivido al paso de los años, aquellos que siempre están en boca de los que optaron en la vida por la lectura y se dedicaron a deleitar la inteligencia con las bellas letras, aquellos que han sido fuente de inspiración para los siglos que les precedieron, aquellos que llaman clásicos no importa el género (literatura, filosofía, ciencia, poesía...). Leer te permite aprender, comprender, meditar, pensar. Leer es experimentar de forma intelectual el mundo. Hay quienes disfrutan del placer de viajar. Recorrer el mundo y conocer aquellas regiones distintas a la nuestra, es conocer otras culturas, otras formas de vida y otras formas de experimentar la vida. Viajando se experimentan otras formas de saludar, de amar, de trabajar, de vivir. Viajar te permite observar, buscar, descubrir, detallar. Viajar es experimentar de manera personal el mundo. Hay cosas que aun no están en los libros y si no es viajando no se aprenden, a si mismo hay cosas que no han sucedido y que ya están en los libros, la ciencia ficción se ha anticipado a la historia en muchas ocasiones y los libros han inspirado a la ciencia (recordemos la novelas de ficción de Julio Verne, submarinos, globos, viajes a la luna, etc.) Si una persona disfruta de ambas formas de conocimiento, disfrutará más de los deleites que la vida le brinda. Es común entre los viajeros, llevar un buen libro para entretenerse mientras recorren su itinerario, o escribir un diario donde registra los detalles del viaje.

Hay maneras de conocer: viendo mientras se viaja y aprendiendo mientras se lee. Don Quijote resalta el viajar para ver y el leer para saber. Es mejor aprender el mundo, la diversidad cultural y el pensamiento humano que no saber en qué consiste y en qué ha consistido el mundo que habitamos.

domingo, 20 de enero de 2013

Reflexionando Sobre la Muerte con el Sabio Marco Aurelio


Marco Aurelio fue un profundo pensador. Su inteligencia y su razón penetraron la esencia de las cosas y luego la enseñó a los demás escribiendo los aforismos que están reunidos en su libro llamado soliloquios o meditaciones. Quien desee alcanzar sabiduría y vivir acorde a la razón que lea los escritos del gran maestro Marco Aurelio.


En sus meditaciones, en el libro IV, numeral 6, dice: En suma, recuerda que dentro de brevísimo tiempo, tú y ése habréis muerto, y poco después, ni siquiera vuestro nombre perdurará. Palabras de hombre Sabio que enseñan sabiduría. “Recuerda que dentro de brevísimo tiempo, tú y ése habréis muerto.” Es un hecho: “Cuando los dioses crearon a los Hombres decretaron que estaban destinados a morir” dice el poema de Gilgamesh, el primer libro escrito por la humanidad (es decir, el más antiguo del que se tenga conocimiento), lo que quiere decir que desde antaño el Hombre se preocupa y se pregunta por la muerte. Hemos nacido para morir. La muerte es tan natural como el nacimiento, lo que nace, perece. Debemos vivir con la conciencia de la muerte, debemos saber que cada día vivido es un día menos de vida, que cada día de más es un día más cerca de nuestro destino final. Debemos saber que no solo nosotros moriremos si no también nuestros seres queridos y cercanos. Todo aquel desconocido que ves en la calle cuando pasa a tu lado es mortal como tú y en dos o tres generaciones ninguno existirá, ni ellos ni nosotros. Y continúa el Sabio diciendo “y poco después, ni siquiera vuestro nombre perdurará”, es decir que seremos olvidados, solo a unos cuantos les es dada la grandeza de derrotar al olvido, como a quien se dedica este escrito, que después de mil novecientos años aun seguimos escuchando el eco de sus pensamientos. Lo dice el gran poeta y filósofo Borges: “Ya somos el olvido que seremos, el polvo elemental que nos ignora.” Ya somos olvido, en dos o tres generaciones después de nuestra muerte nadie sabrá de nosotros, o ¿alguien puede decir el nombre del abuelo de sus padres? mejor aún ¿Alguien sabe el nombre de los abuelos de sus abuelos? Y si más vamos hacia atrás, menos familiares conocemos. Es cierto, y no tiene por qué parecernos triste, estamos destinados al olvido.


Desde nuestro interior parecemos importantes ya que somos el centro del mundo, pero frente a la naturaleza simplemente somos individuos de una especie entre muchas especies de animales que pueblan la tierra. Imaginemos un hormiguero que lleva muchos años en un sitio sin ser destruido por la presencia humana, las hormigas nacen y mueren, solo hay hormigas, de las que ya no están no quedan vestigios y de las que están por nacer aun no sabemos nada, simplemente sabemos que ha habido hormigas, hay hormigas y, al parecer, habrá hormigas. Soy un miembro de la especie humana que cumple su función en el gran hormiguero humano, pero el mundo entero me desconoce y mi muerte solo afectará a aquellos pocos que me conocen y me aprecian, pero para el resto del mundo mi muerte pasará desapercibida. De todos los que mueren a diario ¿a cuántos conozco? Lo dice el gran Sabio Marco Aurelio, no solo estamos destinados a la muerte si no también al olvido.

sábado, 19 de enero de 2013

Reflexionando Sobre la Existencia con el Sabio Job


Job, el antecesor bíblico del estoicismo, es uno de los Hombres sabios de la antigüedad hebrea. Su libro es uno de los sapienciales del antiguo testamento y sus páginas están llenas de enseñanzas que, estudiadas y reflexionadas, nutren el intelecto y favorecen la voluntad. Cada frase es un mundo infinito de sabiduría y el libro pulula en frases.

En su libro, en respuesta a Bildad de Súaj, Job dice: “¿No son bien poco los días de mi existencia?” (Job 10, 20) ¡Una verdad que aterra! Job reflexiona sobre la duración de nuestra existencia. Nuestra vida es efímera, no importa que vivamos lo máximo que pueda vivir un ser humano (cien años o un poco más). Si miramos la flecha del tiempo, desde el origen de la vida hasta nuestros días, nos damos cuenta que han pasado millones de años y los cien que vivimos no son nada, así nos parezcan mucho. Nuestra existencia es un parpadeo, un respiro, un instante. Lo dice Gustavo Adolfo Bécquer, el romántico y existencial poeta español del S XIX “Al brillar un relámpago nacemos y aun dura su fulgor cuando morimos, tan corto es el vivir”, lo dice el filósofo poeta argentino Jorge Luis Borges: “Ya somos en la tumba las dos fechas del principio y el fin”lo dice el estoico Marco Aurelio: “Breve es la vida para cada uno”. Somos de existencia efímera. Si calculamos el número de horas en un año, un segundo no es nada, si miramos los quince mil millones de años que dice la física acerca de la edad del universo, cien años no son nada. Tenemos un principio y un final, nacemos y morimos. Si somos afortunados y no sufrimos un accidente mortal, una enfermedad grave o un homicidio, nuestra vida se acaba de manera natural, viejos y ancianos, cansados, esperando el descanso obligatorio; si somos desafortunados, nos vamos jóvenes, hay quienes mueren desde el vientre o antes de tener consciencia de la vida. No importa la manera de morir, es nuestro común destino, nacemos y morimos, llegamos y nos vamos, iniciamos y finalizamos.

¿Y cómo vivimos esos cortos días de nuestra existencia? Es una tristeza que no sepamos vivir. Nuestra vida es corta y la desperdiciamos buscando absurdos e ilusiones. Como especie hemos inventado formas de vida social que han generado una vida de egoísmo donde unos cuantos acumulan la riqueza y el poder y los demás les servimos de medio para incrementar las riquezas. Esa misma forma social nos hace vivir trabajando toda la vida para poder subsistir en un mundo en donde lo que importan es el dinero y los títulos y nos olvidamos de contemplar el mundo y contemplarnos a nosotros mismos. Cometemos el error de no maravillarnos frente la vida, de no extasiarnos ante la naturaleza, de no embelesarnos con la belleza, de no embriagarnos con la existencia. Vamos por la vida como una veleta empujada por el viento en vez de ser los guías de nuestro propio barco a motor. Dejamos que se nos impongan los ideales sociales absurdos y ajenos a nosotros y no vivimos la vida como deberíamos vivirla, una vida dedicada a disfrutar de este corto trance de la existencia; una vida dedicada a trabajar poco y a disfrutar de las ganancias adquiridas viajando por el mundo para conocer toda la redondez de nuestro planeta y no solamente el rincón donde nacemos; una vida dedicada a conocer las manifestaciones artísticas e intelectuales a lo largo de la historia y no solamente a conocer las ideas prosaicas de la gente común de nuestra localidad; una vida dedicada a amar y no a odiar, dedicada al conocimiento y no a la ignorancia, dedicada a construir y no a destruir, dedicada a la sabiduría y no a la estupidez.

domingo, 13 de enero de 2013

Reflexionando Sobre la Prudencia con el Sabio Eurípides


La sabiduría que Eurípides tiene de la humanidad es una sabiduría profunda ya que él vivió para pensar la conducta humana. Quiso conocer la naturaleza del Hombre y la contempló desde el retiro de su cueva en Salamina, donde vivió alejado del bullicio y escribiendo sus obras en el silencio frente a la inmensidad del mar.

En su obra las suplicantes pone en boca del heraldo, en diálogo con Teseo, las siguientes palabras: El hombre sensato sabe permanecer sosegado en el momento oportuno. Y en esto precisamente consiste la valentía, en ser prudente. Difícil enseñanza la del Sabio Maestro Eurípides. Difícil precisamente porque él sabe que es el ideal de Hombre al que debemos aspirar ya que somos todo lo contrario. "El Hombre sensato sabe permanecer sosegado en el momento oportuno", es decir el Hombre que piensa, que razona, que no se deja llevar por el impulso del instante, ni por el arrebato momentáneo es capaz de permanecer sereno, tranquilo, reposado, calmado en cualquier instante y ante cualquier situación, sobre todo en aquellas que se necesita el buen temple y no la sinrazón. Ante una acusación injusta, un despido inesperado, un hecho desafortunado, una situación calamitosa, se necesita que gobierne la razón y no el impulso irracional o los afectos. La razón es serena, sosegada, reposada y nos permite pensar con cabeza fría y con objetividad el problema o situación presente. En cambio el impulso es acelerado, inquieto, estruendoso y nos ciega ante el abanico de posibilidades que se presenta para resolver la situación. Recordemos la enseñanza de Epicteto, el estoico, quien nos dice que hay cosas que dependen de nosotros y cosas que no dependen de nosotros. Si frente a una situación que se nos presenta, de nosotros depende la solución, pues se busca la solución y problema resuelto, pero si de nosotros no depende la solución, pues se debe aceptar la situación, porque de nosotros no depende y cualquier cosa que hagamos será inútil. Me echaron del trabajo y no puedo trabajar mas donde venía laborando, pues me voy y busco un nuevo empleo; mi pareja me dejó de querer y me pide que terminemos la relación, pues como en su corazón no mando yo, me alejo de ella y ya vendrá otro amor; muere un ser querido y cercano, pues ya no lo puedo revivir y acepto su muerte ya que la muerte hace parte de la existencia; me doy cuenta que tengo una enfermedad terminal, pues no soy dueño de la vida y la muerte es nuestro destino común, así puedo disfrutar mis últimos momentos de la existencia y alcanzo a despedirme de mis seres queridos y así..., con todo lo demás. Y nos enseña Eurípides, “en esto consiste la valentía, en ser prudente.” Ser valiente no consiste en ser vulgar, acelerado, impulsivo, ser valiente consiste, según Eurípides, en ser prudente. Es una nueva perspectiva de la valentía. No consiste en el ímpetu momentáneo, ni en el arrojo pendenciero, si no en la moderación de nuestras acciones. Valiente no es el que arremete si no el que controla, valiente no es el que azuza si no el que sofrena, valiente no es el que injuria si no el que respeta. La prudencia es señal de hombre inteligente que deja que la razón controle sus impulsos y controlar los impulsos y arrebatos del ánimo es símbolo de valentía.

Debemos reflexionar las enseñanzas de aquellos seres que vivieron en contemplación de la conducta humana y que descifraron lo que el Hombre es. Si hacemos el ejercicio de conocernos a nosotros mismos y razonamos a diario nuestras acciones mejoraremos como personas y no actuaremos de manera irracional que pueda perjudicar a otros o a nosotros mismos.

sábado, 12 de enero de 2013

Reflexionando Sobre la Certeza con el Sabio Sófocles


Sófocles fue uno de los grandes autores de la tragedia griega. Venció al campeón reinante de las fiestas trágicas, Esquilo, y se dio a conocer como gran autor a partir de ese triunfo. Según Aristóteles, la más acabada obra trágica, tiene el honor de haberla escrito Sófocles, Edipo rey.

En las Traquinias, obra donde describe la muerte de Heracles (Hércules) a manos de su esposa Deyanira, engañada por el centauro Neso, pone en boca del Corifeo las siguientes palabras: Aunque supongas que tienes certeza absoluta, no la puedes tener si no lo compruebas. Pensamiento que tiene que ver con la reflexión epistemológica, es decir con la reflexión sobre el conocimiento. ¿Qué es el conocimiento?, ¿qué conocemos?, ¿cómo conocemos?, ¿Qué certeza tenemos acerca de nuestro conocimiento? En el proceso del conocimiento hay varias pautas: percibimos por los sentidos, comprendemos por el intelecto, y razonamos por la lógica. ¿Lo que nuestros sentidos perciben es real? En parte sí, que hay algo fuera de nosotros, es cierto, que es como lo vemos.... está en duda. Los empiristas (aquellos que piensan que accedemos al conocimiento por medio de nuestros sentidos) manifiestan que el mundo es como lo vemos y que no podemos acceder al conocimiento de otra manera. Mis sentidos me dicen que la tierra se encuentra quieta y que el sol se desplaza por el cielo de Oriente a Occidente. En el colegio, en ciencias naturales, nos enseñan otra cosa, algo contrario a nuestros sentidos. Manuel Kant, gran filósofo crítico, enseñó que somos nosotros quienes le colocamos ciertas características a las cosas y las nombramos, entonces cada que vemos algo estamos en presencia de una dualidad, la cosa como se nos aparece y la cosa tal como es (Kant decía la cosa en sí y la cosa para sí). Es en el intelecto donde ocurre la comprensión del mundo, y esta comprensión del mundo es apoyada por el proceso lógico de nuestra mente. Tener certeza de algo es saber que ese algo es cierto, es decir que lo puedo mostrar o demostrar. Si no puedo mostrarlo ¿cómo se que es cierto? Los racionalistas trabajan con la mente a partir de los datos sensoriales, es decir que razonan el mundo y proponen, la manera correcta y al detalle, en que el mundo funciona. El caso anterior de la concepción astronómica de la tierra es un ejemplo del aporte de los sentidos y el aporte de la razón. Otro ejemplo contundente de la racionalidad es el de Albert Einstein cuando propone algo imperceptible para nuestros sentidos y es la curvatura del espacio-tiempo, antes de él se creía que la luz viajaba en línea recta, el descubrió, con la razón, que la luz es curvada por la gravedad y solo se pudo comprobar cuando Sir Arthur Eddington tomo placas fotográficas que corroboraron el descubrimiento racional y lógico del genio Einstein. Se dudaba de las propuestas teóricas de Einstein porque contrariaban los sentidos pero la razón fue más poderosa.

A veces tenemos certezas absolutas que se desmoronan con la comprobación de hechos nuevos que contrarían al anterior o la corrección de conceptos que estaban errados. Creer que tenemos la razón sin una prueba contundente es estar equivocados frente a la realidad. Si los hechos no son claros o de fácil acceso, se confía en la comprobación racional o lógica que nos permite ver más allá de lo que perciben nuestros sentidos. Hay que desconfiar de los sentidos y hay que entrenar la razón.

domingo, 6 de enero de 2013

Reflexionando Sobre Nuestra Conducta con el Sabio Esquilo


La tragedia griega es infinita, abarca al Hombre en su totalidad. Los autores de la tragedia griega tienen algo en común, la profundidad de sus letras. Por medio de la palabra ahondan en la psiquis humana. El Hombre es un profundo océano explorado por los griegos. Si alguien desea conocerse, se acercará, a lo máximo que puede acercarse a sí mismo, por medio de la lectura de los tres grandes maestros de la humanidad Esquilo, Sófocles y Eurípides.

Esquilo, en su tragedia Prometeo Encadenado, en diálogo entre Océano y Prometeo, nos regala estas palabras: Piensa en quién eres, y adopta nuevas formas de conducta ¡Piensa en quien eres! Una variante de la tradicional enseñanza de la filosofía griega: ¡conócete a ti mismo! ¿Quién soy? Misterio indescifrable. Podemos dar múltiples respuestas desde cualquier campo del conocimiento y no lograremos acercarnos lo suficiente. Pero debemos hacer el ejercicio diariamente y así lograremos vislumbrar lo que somos. Piensa en: quién eres, qué haces, qué quieres, qué temes, qué deseas, etc., y trata de encontrar el por qué a las situaciones anteriores. ¿Por qué quiero unas cosas y no otras? ¿Por qué temo a estás y no a aquellas? ¿Por qué hago A y no B? Solo yo puedo encontrar respuestas a mi conducta, ahondando en mis actos y en mi pensamiento. Si encuentro la causa de mis actitudes frente a las diversas situaciones de la vida puedo modificar aquellas cosas que entorpecen mi normal desarrollo conductual en sociedad. Pensándome, es decir pensando en quién soy, puedo ahondar en mis acciones y saber si actúo bien o mal frente a los parámetros establecidos en la sociedad que me cobija o puedo darme cuenta si mis acciones me perjudican o benefician.

Yo soy el artífice de mi conducta, yo soy el artífice de mis acciones. Si comienzo a pensar anticipadamente mis acciones, y domino mi voluntad con mi pensamiento, mi conducta va a ser mi elección razonada y escogida y no mi impulso primario y trivial. Ojalá nos impregnáramos de la sabiduría de aquellos que lograron ahondar un poco en el misterioso y profundo océano humano y siguiéramos sus consejos. Pensar lo que somos y lo que queremos llegar a ser, pensar por qué somos como somos y lo que debemos hacer para alcanzar lo que queremos, es parte de la tarea diaria del Hombre. En palabras del gran filósofo colombiano Nicolás Gómez Dávila: “El alma es la tarea del Hombre.

sábado, 5 de enero de 2013

Reflexionando Sobre la Interpretación con el Sabio Shakespeare


Shakespeare fue un hombre brillante. De sus obras se deduce que fue un profundo conocedor de la condición humana. La forma de transmitir sus conocimientos a sus contemporáneos fue por medio del teatro y lo hizo de tal forma, que no solo se los transmitió a sus contemporáneos si no que los legó eternamente a la humanidad.

En su obra Julio Cesar, en la escena III del acto I, Cicerón, el Senador y filósofo, dice a Casca las siguientes palabras: ...pero los Hombres pueden interpretar las cosas a su manera, en sentido contrario al de las cosas mismas. ¡Qué gran conocimiento acerca de la condición humana por parte de Shakespeare, Gran Maestro de la humanidad! ¡Los Hombres interpretan las cosas a su manera, contrario a las cosas mismas! El ser humano percibe el mundo por medio de sus sentidos y luego hace el ejercicio intelectual de interpretarlo y comprenderlo. ¿Qué sucede en nuestra mente (que es producto de nuestro cerebro) al momento de comprender el mundo? Por nuestros sentidos captamos el mundo, por nuestro intelecto lo comprendemos. Desde antiguo los pensadores (de tendencia racionalista contraria a la tendencia empirista) han enseñado que los sentidos no son fiables, que nuestros sentidos nos engañan. ¿Qué significa esto? Nuestros sentidos perciben el mundo tal como se presenta ante ellos, pero nuestro intelecto debe ver más allá de nuestros sentidos. ¿Cómo es esto? Podemos poner como ejemplo el sistema astronómico. La ciencia enseña, y todos lo aprendemos desde niños, que la tierra se desplaza por el espacio en una órbita alrededor del sol y, además, a diario, gira sobre su propio eje. Nuestros sentidos nos muestran que es el sol el que se desplaza por el firmamento de oriente a occidente. Nuestros sentidos dicen que en el día no hay estrellas pues solo las vemos de noche, nuestro intelecto dice que en el día no vemos estrellas, no porque no estén sino porque la luz del sol, mucho más fuerte, las opaca. El ejemplo anterior es claro respecto de lo que perciben nuestros sentidos y lo que capta e interpreta nuestro intelecto. ¿Qué certeza tenemos entonces de que la imagen que tenemos del mundo es la correcta? Ninguna. La gente de la india antigua murió creyendo que la tierra era plana y que iba sobre la caparazón de una tortuga; la gente de la época medieval murió creyendo que la tierra era el centro del universo y que todo el cielo giraba alrededor de ella en ciclos y epiciclos; muchas tribus americanas antiguas murieron convencidos de sus dioses, hoy muere mucha gente convencida en la fe en Jesús-Dios; y tal vez nosotros moriremos convencidos de que el mundo es como nos lo han enseñado y transmitido en la escuela, universidad, libros o medios de comunicación, y más adelante aparezcan nuevas teorías y nuevos paradigmas.

Si nos adentramos más en la frase de Shakespeare entramos en el reino de la interpretación. ¿Qué es interpretar? Desde la antigüedad griega, los Hombres sabían que el mundo era complejo y que se requería de un don extra para poder captar el mensaje oculto, estaban los sacerdotes que interpretaban las señas y los signos que veían en la naturaleza y solo la interpretación de ellos era válida y eran consultados por los reyes y jefes de ejércitos; y también tenían la deidad especialista en recibir los mensajes del altísimo Zeus y transmitirlos, ya cifrados, a los humanos, Hermes para los griegos o Mercurio para los romanos. De ese dios se deriva el nombre de la ciencia de la interpretación, especialidad de algunos filósofos, la Hermenéutica. Lo que esta ciencia o arte nos dice es que debemos captar el mundo por nuestros sentidos pero, inmediatamente captado el mundo, debemos hacer el ejercicio intelectual de descifrarlo. No porque veamos una pareja salir de un motel quiere decir que necesariamente estaban en las lides del amor, tal vez son dos empleados en cambio de turno. No porque veamos a un hombre apuntando a otro con un arma es que lo va a robar, tal vez es la víctima que desarmó al victimario y está esperando que llegue la policía. Interpretar requiere de un proceso intelectual, no es solamente percibir por medio de los sentidos, si no analizar, preguntar, deducir, imaginar.

Las personas acostumbramos a interpretar las cosas a nuestra manera, de manera contraria a las cosas mismas. No caigamos en el error de creer que nuestra forma de ver el mundo es la correcta y que los demás están equivocados, tengamos la honestidad intelectual de argumentar nuestras ideas y de escuchar otros argumentos. No caigamos en el error de tener una mente estrecha, tengamos el interés intelectual de cultivar el conocimiento para ampliar nuestro horizonte. Cuando percibamos las cosas, indaguemos en las cosas mismas y profundicemos a partir de lo que ellas son y no de lo que nosotros pensamos de ellas, tengamos la honestidad intelectual de ver las cosas limpias de nuestros prejuicios que ciegan nuestra capacidad de interpretar el mundo.