Vanitas, Jacques Linard, 1600-1645, Museo del Prado. Madrid.

domingo, 27 de enero de 2013

Reflexionando Sobre la Razón con el Sabio Spinoza


La racionalidad es un ejercicio, una práctica diaria. No nacemos racionales, nacemos con la capacidad de potenciar la racionalidad. Lo que si se nota a leguas son las características que nos gobiernan: el afecto y el deseo. Somos seres afectivos y de necesidades. Como dice Spinoza “El deseo es la esencia misma del Hombre.” O “El Hombre está sujeto siempre, necesariamente, a las pasiones.” Deberíamos buscar la forma de maximizar nuestra capacidad racional y automáticamente tendríamos el mejor de los mundos posibles. La razón evitaría la violencia, la injusticia, la ignorancia.

En su Ética, en la parte cuarta, en el escolio de la proposición XLVII, Spinoza dice: cuanto más nos esforzamos en vivir según la guía de la razón, tanto más nos esforzamos en no depender de la esperanza, librarnos del miedo, tener el mayor imperio posible sobre la fortuna y dirigir nuestras acciones conforme al seguro consejo de la razón. ¡El profeta de la razón, convencido y seguro de los dones de su diosa! Desde antiguo, Platón nos ha sugerido que, para ser mejores personas, la razón debe dominar nuestros deseos y pasiones (o pulsiones). Si dejamos que nuestras acciones sean guiadas por el deseo o el afecto entonces seremos arrastrados por el ímpetu y no nos tomaremos un tiempo para pensar y calcular nuestras acciones. Si no se piensa para actuar, no calcularemos los daños que se puedan generar a partir de nuestros actos y posiblemente perjudiquemos a otros, ya que los actos de deseo y de pasión son actos egoístas porque van en busca del beneficio personal y no del colectivo. Pero miremos los beneficios de la razón: no depender de la esperanza, librarnos del miedo, tener el mayor imperio posible sobre la fortuna y dirigir nuestras acciones conforme al seguro consejo de la razón. Miremos cada uno de estos beneficios: 1) No depender de la esperanza, es decir no esperar lo que no sabemos si va a llegar y no esperar imposibles ya que racionalmente hemos guiado nuestras acciones y hemos hecho lo posible por alcanzar nuestros logros. En ocasiones la esperanza es pereza ya que no nos esforzamos al máximo de nuestras posibilidades y esperamos un golpe de la fortuna para salir beneficiados. En el mundo están las cosas que dependen de nosotros y las que no, a las que dependen de nosotros debemos tenerlas en nuestra mira y hacer lo posible para que se consoliden y las que no dependen de nosotros debemos dejar que sucedan y aceptarlas ya que no está en nuestro ser haberlas realizado. 2) librarnos del miedo, es decir no temer. La razón nos indica que en este mundo nos suceden cosas, a las que nos convienen las llamamos buenas y a las que no, malas. Pero en la vida, ambas nos suceden a menudo, y las que nos convienen nos causan felicidad, alegría, dicha y las que no, nos causan tristeza, angustia, temor. Sentimos temor por aquellas cosas que desconocemos y que nos pueden causar daño, pero si hacemos el ejercicio racional y nos damos cuenta que estamos prontos a experimentar un hecho causal, pues no debemos temer porque es un hecho provocado por nuestras acciones y nos pasa aquello que provocamos, pero si estamos próximos a experimentar un hecho casual tampoco debemos sentir temor ya que es un hecho que no depende de nosotros sino que es independiente de nuestra voluntad y aquellas cosas deben ser aceptadas por nosotros ya que pasan en el mundo y no escogen cuando pasan ni a quien le deben pasar. 3) tener el mayor imperio posible sobre la fortuna, es decir que aceptamos aquellas cosas que pasan y que no están en nuestro haber que pasen, porque son cosas que suceden porque sí y no por algún designio ultraterreno o con alguna intención o significado, además las cosas suceden pero la actitud racional nos permite actuar de acuerdo a esas situaciones de la manera más óptima que podamos actuar. 4) dirigir nuestras acciones conforme al seguro consejo de la razón, es decir pensar antes de actuar, tomarse un tiempo para meditar nuestras acciones y calcular sus alcances. Mirar dentro del abanico de posibilidades cual es el más benéfico a seguir y el que causa menos daño a mí y a los demás.

Spinoza es el profeta de la razón. Si la razón es una religión, él es su más alto profeta y uno de sus mártires (fue atacado a cuchillo por sus ideas) ya que encamina la razón a nuestras acciones diarias con más claridad que otros filósofos (al mejor estilo de Sócrates, quien sería a mí parecer la razón hecha carne), también defensores y seguidores de la actitud racional. Si queremos vivir de manera tranquila en este mundo turbio y complicado debemos comenzar a practicar la racionalidad para lograr la paz y la tranquilidad mental que lograron personas como Sócrates y Spinoza.

sábado, 26 de enero de 2013

Reflexionando Sobre el Conocimiento con el Sabio Don Quijote


Don Quijote es un ejemplo para el ser humano. Un Hombre que lucha por lograr la justicia de los actos propios y encaminar a lo justo los actos ajenos. Don Quijote es el ejemplo de Hombre que lucha por un ideal y que no se desvía de los principios que rigen su vida así los obstáculos sean más fuertes que su persona. De ahí que Simón Bolívar hubiese dicho en la Quinta de San Pedro, en Santa Marta, pocos días antes de morir: “Los tres grandes majaderos de la historia hemos sido Jesucristo, Don Quijote y yo porque hemos arado en el mar y edificado en el viento.”

En la segunda parte del Quijote, en diálogo con Maese Pedro, dice el Quijote: Ahora digo que el que lee mucho y anda mucho ve mucho y sabe mucho. Excelente afirmación que puede ser tomada como consejo del Sabio Don Quijote. El que lee mucho y el que anda mucho... es decir quienes nutren el intelecto con libros y quienes nutren la experiencia y los sentidos con viajes. Don Quijote habla de dos maneras de conocer: la racional y la empírica. Leer nutre el entendimiento, leer es vivir en conversación con los difuntos y escuchar con los ojos a los muertoscomo diría el poeta español Francisco Quevedo. Leer es darse cuenta de lo que pensaron aquellos que hoy ya no viven. Es cierto que hay muchos libros, por eso hay que saber escoger y se recomiendan aquellos que han sobrevivido al paso de los años, aquellos que siempre están en boca de los que optaron en la vida por la lectura y se dedicaron a deleitar la inteligencia con las bellas letras, aquellos que han sido fuente de inspiración para los siglos que les precedieron, aquellos que llaman clásicos no importa el género (literatura, filosofía, ciencia, poesía...). Leer te permite aprender, comprender, meditar, pensar. Leer es experimentar de forma intelectual el mundo. Hay quienes disfrutan del placer de viajar. Recorrer el mundo y conocer aquellas regiones distintas a la nuestra, es conocer otras culturas, otras formas de vida y otras formas de experimentar la vida. Viajando se experimentan otras formas de saludar, de amar, de trabajar, de vivir. Viajar te permite observar, buscar, descubrir, detallar. Viajar es experimentar de manera personal el mundo. Hay cosas que aun no están en los libros y si no es viajando no se aprenden, a si mismo hay cosas que no han sucedido y que ya están en los libros, la ciencia ficción se ha anticipado a la historia en muchas ocasiones y los libros han inspirado a la ciencia (recordemos la novelas de ficción de Julio Verne, submarinos, globos, viajes a la luna, etc.) Si una persona disfruta de ambas formas de conocimiento, disfrutará más de los deleites que la vida le brinda. Es común entre los viajeros, llevar un buen libro para entretenerse mientras recorren su itinerario, o escribir un diario donde registra los detalles del viaje.

Hay maneras de conocer: viendo mientras se viaja y aprendiendo mientras se lee. Don Quijote resalta el viajar para ver y el leer para saber. Es mejor aprender el mundo, la diversidad cultural y el pensamiento humano que no saber en qué consiste y en qué ha consistido el mundo que habitamos.

domingo, 20 de enero de 2013

Reflexionando Sobre la Muerte con el Sabio Marco Aurelio


Marco Aurelio fue un profundo pensador. Su inteligencia y su razón penetraron la esencia de las cosas y luego la enseñó a los demás escribiendo los aforismos que están reunidos en su libro llamado soliloquios o meditaciones. Quien desee alcanzar sabiduría y vivir acorde a la razón que lea los escritos del gran maestro Marco Aurelio.


En sus meditaciones, en el libro IV, numeral 6, dice: En suma, recuerda que dentro de brevísimo tiempo, tú y ése habréis muerto, y poco después, ni siquiera vuestro nombre perdurará. Palabras de hombre Sabio que enseñan sabiduría. “Recuerda que dentro de brevísimo tiempo, tú y ése habréis muerto.” Es un hecho: “Cuando los dioses crearon a los Hombres decretaron que estaban destinados a morir” dice el poema de Gilgamesh, el primer libro escrito por la humanidad (es decir, el más antiguo del que se tenga conocimiento), lo que quiere decir que desde antaño el Hombre se preocupa y se pregunta por la muerte. Hemos nacido para morir. La muerte es tan natural como el nacimiento, lo que nace, perece. Debemos vivir con la conciencia de la muerte, debemos saber que cada día vivido es un día menos de vida, que cada día de más es un día más cerca de nuestro destino final. Debemos saber que no solo nosotros moriremos si no también nuestros seres queridos y cercanos. Todo aquel desconocido que ves en la calle cuando pasa a tu lado es mortal como tú y en dos o tres generaciones ninguno existirá, ni ellos ni nosotros. Y continúa el Sabio diciendo “y poco después, ni siquiera vuestro nombre perdurará”, es decir que seremos olvidados, solo a unos cuantos les es dada la grandeza de derrotar al olvido, como a quien se dedica este escrito, que después de mil novecientos años aun seguimos escuchando el eco de sus pensamientos. Lo dice el gran poeta y filósofo Borges: “Ya somos el olvido que seremos, el polvo elemental que nos ignora.” Ya somos olvido, en dos o tres generaciones después de nuestra muerte nadie sabrá de nosotros, o ¿alguien puede decir el nombre del abuelo de sus padres? mejor aún ¿Alguien sabe el nombre de los abuelos de sus abuelos? Y si más vamos hacia atrás, menos familiares conocemos. Es cierto, y no tiene por qué parecernos triste, estamos destinados al olvido.


Desde nuestro interior parecemos importantes ya que somos el centro del mundo, pero frente a la naturaleza simplemente somos individuos de una especie entre muchas especies de animales que pueblan la tierra. Imaginemos un hormiguero que lleva muchos años en un sitio sin ser destruido por la presencia humana, las hormigas nacen y mueren, solo hay hormigas, de las que ya no están no quedan vestigios y de las que están por nacer aun no sabemos nada, simplemente sabemos que ha habido hormigas, hay hormigas y, al parecer, habrá hormigas. Soy un miembro de la especie humana que cumple su función en el gran hormiguero humano, pero el mundo entero me desconoce y mi muerte solo afectará a aquellos pocos que me conocen y me aprecian, pero para el resto del mundo mi muerte pasará desapercibida. De todos los que mueren a diario ¿a cuántos conozco? Lo dice el gran Sabio Marco Aurelio, no solo estamos destinados a la muerte si no también al olvido.

sábado, 19 de enero de 2013

Reflexionando Sobre la Existencia con el Sabio Job


Job, el antecesor bíblico del estoicismo, es uno de los Hombres sabios de la antigüedad hebrea. Su libro es uno de los sapienciales del antiguo testamento y sus páginas están llenas de enseñanzas que, estudiadas y reflexionadas, nutren el intelecto y favorecen la voluntad. Cada frase es un mundo infinito de sabiduría y el libro pulula en frases.

En su libro, en respuesta a Bildad de Súaj, Job dice: “¿No son bien poco los días de mi existencia?” (Job 10, 20) ¡Una verdad que aterra! Job reflexiona sobre la duración de nuestra existencia. Nuestra vida es efímera, no importa que vivamos lo máximo que pueda vivir un ser humano (cien años o un poco más). Si miramos la flecha del tiempo, desde el origen de la vida hasta nuestros días, nos damos cuenta que han pasado millones de años y los cien que vivimos no son nada, así nos parezcan mucho. Nuestra existencia es un parpadeo, un respiro, un instante. Lo dice Gustavo Adolfo Bécquer, el romántico y existencial poeta español del S XIX “Al brillar un relámpago nacemos y aun dura su fulgor cuando morimos, tan corto es el vivir”, lo dice el filósofo poeta argentino Jorge Luis Borges: “Ya somos en la tumba las dos fechas del principio y el fin”lo dice el estoico Marco Aurelio: “Breve es la vida para cada uno”. Somos de existencia efímera. Si calculamos el número de horas en un año, un segundo no es nada, si miramos los quince mil millones de años que dice la física acerca de la edad del universo, cien años no son nada. Tenemos un principio y un final, nacemos y morimos. Si somos afortunados y no sufrimos un accidente mortal, una enfermedad grave o un homicidio, nuestra vida se acaba de manera natural, viejos y ancianos, cansados, esperando el descanso obligatorio; si somos desafortunados, nos vamos jóvenes, hay quienes mueren desde el vientre o antes de tener consciencia de la vida. No importa la manera de morir, es nuestro común destino, nacemos y morimos, llegamos y nos vamos, iniciamos y finalizamos.

¿Y cómo vivimos esos cortos días de nuestra existencia? Es una tristeza que no sepamos vivir. Nuestra vida es corta y la desperdiciamos buscando absurdos e ilusiones. Como especie hemos inventado formas de vida social que han generado una vida de egoísmo donde unos cuantos acumulan la riqueza y el poder y los demás les servimos de medio para incrementar las riquezas. Esa misma forma social nos hace vivir trabajando toda la vida para poder subsistir en un mundo en donde lo que importan es el dinero y los títulos y nos olvidamos de contemplar el mundo y contemplarnos a nosotros mismos. Cometemos el error de no maravillarnos frente la vida, de no extasiarnos ante la naturaleza, de no embelesarnos con la belleza, de no embriagarnos con la existencia. Vamos por la vida como una veleta empujada por el viento en vez de ser los guías de nuestro propio barco a motor. Dejamos que se nos impongan los ideales sociales absurdos y ajenos a nosotros y no vivimos la vida como deberíamos vivirla, una vida dedicada a disfrutar de este corto trance de la existencia; una vida dedicada a trabajar poco y a disfrutar de las ganancias adquiridas viajando por el mundo para conocer toda la redondez de nuestro planeta y no solamente el rincón donde nacemos; una vida dedicada a conocer las manifestaciones artísticas e intelectuales a lo largo de la historia y no solamente a conocer las ideas prosaicas de la gente común de nuestra localidad; una vida dedicada a amar y no a odiar, dedicada al conocimiento y no a la ignorancia, dedicada a construir y no a destruir, dedicada a la sabiduría y no a la estupidez.

domingo, 13 de enero de 2013

Reflexionando Sobre la Prudencia con el Sabio Eurípides


La sabiduría que Eurípides tiene de la humanidad es una sabiduría profunda ya que él vivió para pensar la conducta humana. Quiso conocer la naturaleza del Hombre y la contempló desde el retiro de su cueva en Salamina, donde vivió alejado del bullicio y escribiendo sus obras en el silencio frente a la inmensidad del mar.

En su obra las suplicantes pone en boca del heraldo, en diálogo con Teseo, las siguientes palabras: El hombre sensato sabe permanecer sosegado en el momento oportuno. Y en esto precisamente consiste la valentía, en ser prudente. Difícil enseñanza la del Sabio Maestro Eurípides. Difícil precisamente porque él sabe que es el ideal de Hombre al que debemos aspirar ya que somos todo lo contrario. "El Hombre sensato sabe permanecer sosegado en el momento oportuno", es decir el Hombre que piensa, que razona, que no se deja llevar por el impulso del instante, ni por el arrebato momentáneo es capaz de permanecer sereno, tranquilo, reposado, calmado en cualquier instante y ante cualquier situación, sobre todo en aquellas que se necesita el buen temple y no la sinrazón. Ante una acusación injusta, un despido inesperado, un hecho desafortunado, una situación calamitosa, se necesita que gobierne la razón y no el impulso irracional o los afectos. La razón es serena, sosegada, reposada y nos permite pensar con cabeza fría y con objetividad el problema o situación presente. En cambio el impulso es acelerado, inquieto, estruendoso y nos ciega ante el abanico de posibilidades que se presenta para resolver la situación. Recordemos la enseñanza de Epicteto, el estoico, quien nos dice que hay cosas que dependen de nosotros y cosas que no dependen de nosotros. Si frente a una situación que se nos presenta, de nosotros depende la solución, pues se busca la solución y problema resuelto, pero si de nosotros no depende la solución, pues se debe aceptar la situación, porque de nosotros no depende y cualquier cosa que hagamos será inútil. Me echaron del trabajo y no puedo trabajar mas donde venía laborando, pues me voy y busco un nuevo empleo; mi pareja me dejó de querer y me pide que terminemos la relación, pues como en su corazón no mando yo, me alejo de ella y ya vendrá otro amor; muere un ser querido y cercano, pues ya no lo puedo revivir y acepto su muerte ya que la muerte hace parte de la existencia; me doy cuenta que tengo una enfermedad terminal, pues no soy dueño de la vida y la muerte es nuestro destino común, así puedo disfrutar mis últimos momentos de la existencia y alcanzo a despedirme de mis seres queridos y así..., con todo lo demás. Y nos enseña Eurípides, “en esto consiste la valentía, en ser prudente.” Ser valiente no consiste en ser vulgar, acelerado, impulsivo, ser valiente consiste, según Eurípides, en ser prudente. Es una nueva perspectiva de la valentía. No consiste en el ímpetu momentáneo, ni en el arrojo pendenciero, si no en la moderación de nuestras acciones. Valiente no es el que arremete si no el que controla, valiente no es el que azuza si no el que sofrena, valiente no es el que injuria si no el que respeta. La prudencia es señal de hombre inteligente que deja que la razón controle sus impulsos y controlar los impulsos y arrebatos del ánimo es símbolo de valentía.

Debemos reflexionar las enseñanzas de aquellos seres que vivieron en contemplación de la conducta humana y que descifraron lo que el Hombre es. Si hacemos el ejercicio de conocernos a nosotros mismos y razonamos a diario nuestras acciones mejoraremos como personas y no actuaremos de manera irracional que pueda perjudicar a otros o a nosotros mismos.

sábado, 12 de enero de 2013

Reflexionando Sobre la Certeza con el Sabio Sófocles


Sófocles fue uno de los grandes autores de la tragedia griega. Venció al campeón reinante de las fiestas trágicas, Esquilo, y se dio a conocer como gran autor a partir de ese triunfo. Según Aristóteles, la más acabada obra trágica, tiene el honor de haberla escrito Sófocles, Edipo rey.

En las Traquinias, obra donde describe la muerte de Heracles (Hércules) a manos de su esposa Deyanira, engañada por el centauro Neso, pone en boca del Corifeo las siguientes palabras: Aunque supongas que tienes certeza absoluta, no la puedes tener si no lo compruebas. Pensamiento que tiene que ver con la reflexión epistemológica, es decir con la reflexión sobre el conocimiento. ¿Qué es el conocimiento?, ¿qué conocemos?, ¿cómo conocemos?, ¿Qué certeza tenemos acerca de nuestro conocimiento? En el proceso del conocimiento hay varias pautas: percibimos por los sentidos, comprendemos por el intelecto, y razonamos por la lógica. ¿Lo que nuestros sentidos perciben es real? En parte sí, que hay algo fuera de nosotros, es cierto, que es como lo vemos.... está en duda. Los empiristas (aquellos que piensan que accedemos al conocimiento por medio de nuestros sentidos) manifiestan que el mundo es como lo vemos y que no podemos acceder al conocimiento de otra manera. Mis sentidos me dicen que la tierra se encuentra quieta y que el sol se desplaza por el cielo de Oriente a Occidente. En el colegio, en ciencias naturales, nos enseñan otra cosa, algo contrario a nuestros sentidos. Manuel Kant, gran filósofo crítico, enseñó que somos nosotros quienes le colocamos ciertas características a las cosas y las nombramos, entonces cada que vemos algo estamos en presencia de una dualidad, la cosa como se nos aparece y la cosa tal como es (Kant decía la cosa en sí y la cosa para sí). Es en el intelecto donde ocurre la comprensión del mundo, y esta comprensión del mundo es apoyada por el proceso lógico de nuestra mente. Tener certeza de algo es saber que ese algo es cierto, es decir que lo puedo mostrar o demostrar. Si no puedo mostrarlo ¿cómo se que es cierto? Los racionalistas trabajan con la mente a partir de los datos sensoriales, es decir que razonan el mundo y proponen, la manera correcta y al detalle, en que el mundo funciona. El caso anterior de la concepción astronómica de la tierra es un ejemplo del aporte de los sentidos y el aporte de la razón. Otro ejemplo contundente de la racionalidad es el de Albert Einstein cuando propone algo imperceptible para nuestros sentidos y es la curvatura del espacio-tiempo, antes de él se creía que la luz viajaba en línea recta, el descubrió, con la razón, que la luz es curvada por la gravedad y solo se pudo comprobar cuando Sir Arthur Eddington tomo placas fotográficas que corroboraron el descubrimiento racional y lógico del genio Einstein. Se dudaba de las propuestas teóricas de Einstein porque contrariaban los sentidos pero la razón fue más poderosa.

A veces tenemos certezas absolutas que se desmoronan con la comprobación de hechos nuevos que contrarían al anterior o la corrección de conceptos que estaban errados. Creer que tenemos la razón sin una prueba contundente es estar equivocados frente a la realidad. Si los hechos no son claros o de fácil acceso, se confía en la comprobación racional o lógica que nos permite ver más allá de lo que perciben nuestros sentidos. Hay que desconfiar de los sentidos y hay que entrenar la razón.

domingo, 6 de enero de 2013

Reflexionando Sobre Nuestra Conducta con el Sabio Esquilo


La tragedia griega es infinita, abarca al Hombre en su totalidad. Los autores de la tragedia griega tienen algo en común, la profundidad de sus letras. Por medio de la palabra ahondan en la psiquis humana. El Hombre es un profundo océano explorado por los griegos. Si alguien desea conocerse, se acercará, a lo máximo que puede acercarse a sí mismo, por medio de la lectura de los tres grandes maestros de la humanidad Esquilo, Sófocles y Eurípides.

Esquilo, en su tragedia Prometeo Encadenado, en diálogo entre Océano y Prometeo, nos regala estas palabras: Piensa en quién eres, y adopta nuevas formas de conducta ¡Piensa en quien eres! Una variante de la tradicional enseñanza de la filosofía griega: ¡conócete a ti mismo! ¿Quién soy? Misterio indescifrable. Podemos dar múltiples respuestas desde cualquier campo del conocimiento y no lograremos acercarnos lo suficiente. Pero debemos hacer el ejercicio diariamente y así lograremos vislumbrar lo que somos. Piensa en: quién eres, qué haces, qué quieres, qué temes, qué deseas, etc., y trata de encontrar el por qué a las situaciones anteriores. ¿Por qué quiero unas cosas y no otras? ¿Por qué temo a estás y no a aquellas? ¿Por qué hago A y no B? Solo yo puedo encontrar respuestas a mi conducta, ahondando en mis actos y en mi pensamiento. Si encuentro la causa de mis actitudes frente a las diversas situaciones de la vida puedo modificar aquellas cosas que entorpecen mi normal desarrollo conductual en sociedad. Pensándome, es decir pensando en quién soy, puedo ahondar en mis acciones y saber si actúo bien o mal frente a los parámetros establecidos en la sociedad que me cobija o puedo darme cuenta si mis acciones me perjudican o benefician.

Yo soy el artífice de mi conducta, yo soy el artífice de mis acciones. Si comienzo a pensar anticipadamente mis acciones, y domino mi voluntad con mi pensamiento, mi conducta va a ser mi elección razonada y escogida y no mi impulso primario y trivial. Ojalá nos impregnáramos de la sabiduría de aquellos que lograron ahondar un poco en el misterioso y profundo océano humano y siguiéramos sus consejos. Pensar lo que somos y lo que queremos llegar a ser, pensar por qué somos como somos y lo que debemos hacer para alcanzar lo que queremos, es parte de la tarea diaria del Hombre. En palabras del gran filósofo colombiano Nicolás Gómez Dávila: “El alma es la tarea del Hombre.

sábado, 5 de enero de 2013

Reflexionando Sobre la Interpretación con el Sabio Shakespeare


Shakespeare fue un hombre brillante. De sus obras se deduce que fue un profundo conocedor de la condición humana. La forma de transmitir sus conocimientos a sus contemporáneos fue por medio del teatro y lo hizo de tal forma, que no solo se los transmitió a sus contemporáneos si no que los legó eternamente a la humanidad.

En su obra Julio Cesar, en la escena III del acto I, Cicerón, el Senador y filósofo, dice a Casca las siguientes palabras: ...pero los Hombres pueden interpretar las cosas a su manera, en sentido contrario al de las cosas mismas. ¡Qué gran conocimiento acerca de la condición humana por parte de Shakespeare, Gran Maestro de la humanidad! ¡Los Hombres interpretan las cosas a su manera, contrario a las cosas mismas! El ser humano percibe el mundo por medio de sus sentidos y luego hace el ejercicio intelectual de interpretarlo y comprenderlo. ¿Qué sucede en nuestra mente (que es producto de nuestro cerebro) al momento de comprender el mundo? Por nuestros sentidos captamos el mundo, por nuestro intelecto lo comprendemos. Desde antiguo los pensadores (de tendencia racionalista contraria a la tendencia empirista) han enseñado que los sentidos no son fiables, que nuestros sentidos nos engañan. ¿Qué significa esto? Nuestros sentidos perciben el mundo tal como se presenta ante ellos, pero nuestro intelecto debe ver más allá de nuestros sentidos. ¿Cómo es esto? Podemos poner como ejemplo el sistema astronómico. La ciencia enseña, y todos lo aprendemos desde niños, que la tierra se desplaza por el espacio en una órbita alrededor del sol y, además, a diario, gira sobre su propio eje. Nuestros sentidos nos muestran que es el sol el que se desplaza por el firmamento de oriente a occidente. Nuestros sentidos dicen que en el día no hay estrellas pues solo las vemos de noche, nuestro intelecto dice que en el día no vemos estrellas, no porque no estén sino porque la luz del sol, mucho más fuerte, las opaca. El ejemplo anterior es claro respecto de lo que perciben nuestros sentidos y lo que capta e interpreta nuestro intelecto. ¿Qué certeza tenemos entonces de que la imagen que tenemos del mundo es la correcta? Ninguna. La gente de la india antigua murió creyendo que la tierra era plana y que iba sobre la caparazón de una tortuga; la gente de la época medieval murió creyendo que la tierra era el centro del universo y que todo el cielo giraba alrededor de ella en ciclos y epiciclos; muchas tribus americanas antiguas murieron convencidos de sus dioses, hoy muere mucha gente convencida en la fe en Jesús-Dios; y tal vez nosotros moriremos convencidos de que el mundo es como nos lo han enseñado y transmitido en la escuela, universidad, libros o medios de comunicación, y más adelante aparezcan nuevas teorías y nuevos paradigmas.

Si nos adentramos más en la frase de Shakespeare entramos en el reino de la interpretación. ¿Qué es interpretar? Desde la antigüedad griega, los Hombres sabían que el mundo era complejo y que se requería de un don extra para poder captar el mensaje oculto, estaban los sacerdotes que interpretaban las señas y los signos que veían en la naturaleza y solo la interpretación de ellos era válida y eran consultados por los reyes y jefes de ejércitos; y también tenían la deidad especialista en recibir los mensajes del altísimo Zeus y transmitirlos, ya cifrados, a los humanos, Hermes para los griegos o Mercurio para los romanos. De ese dios se deriva el nombre de la ciencia de la interpretación, especialidad de algunos filósofos, la Hermenéutica. Lo que esta ciencia o arte nos dice es que debemos captar el mundo por nuestros sentidos pero, inmediatamente captado el mundo, debemos hacer el ejercicio intelectual de descifrarlo. No porque veamos una pareja salir de un motel quiere decir que necesariamente estaban en las lides del amor, tal vez son dos empleados en cambio de turno. No porque veamos a un hombre apuntando a otro con un arma es que lo va a robar, tal vez es la víctima que desarmó al victimario y está esperando que llegue la policía. Interpretar requiere de un proceso intelectual, no es solamente percibir por medio de los sentidos, si no analizar, preguntar, deducir, imaginar.

Las personas acostumbramos a interpretar las cosas a nuestra manera, de manera contraria a las cosas mismas. No caigamos en el error de creer que nuestra forma de ver el mundo es la correcta y que los demás están equivocados, tengamos la honestidad intelectual de argumentar nuestras ideas y de escuchar otros argumentos. No caigamos en el error de tener una mente estrecha, tengamos el interés intelectual de cultivar el conocimiento para ampliar nuestro horizonte. Cuando percibamos las cosas, indaguemos en las cosas mismas y profundicemos a partir de lo que ellas son y no de lo que nosotros pensamos de ellas, tengamos la honestidad intelectual de ver las cosas limpias de nuestros prejuicios que ciegan nuestra capacidad de interpretar el mundo.