Vanitas, Jacques Linard, 1600-1645, Museo del Prado. Madrid.

domingo, 24 de febrero de 2013

Reflexionando Sobre la muerte con el Sabio Eclesiastés


Eclesiastés o Cohélet es uno de los libros Sapienciales de la tradición Bíblica. Junto con Job, es un libro de la más profunda filosofía existencial. Si se lee con atención es un libro que enseña verdades que pueden perturbar la tranquilidad ya que son tan profundas que develan la realidad oculta bajo la ilusión que nos brindan la sociedad y la cultura. Es atribuido a Salomón, el gran sabio de la antigüedad bíblica.

En la primera parte dice: Una generación va, otra generación viene; pero la tierra para siempre permanece. (1, 4) Este fragmento recuerda al Sabio griego Homero cuando en su Ilíada dice: “Cual la generación de las hojas, así la de los hombres. Esparce el viento las hojas por el suelo, y la selva, reverdeciendo, produce otras al llegar la primavera: de igual suerte, una generación humana nace y otra perece. (Canto VI, 145) Las generaciones van y vienen, nacen y perecen, florecen y se marchitan, nadie permanece para siempre. Verdades profundas desde antiguo dichas, nacimos para morir. Lo dice el Sabio Salomón, lo dice el Sabio Homero, ahora estamos y pronto nos iremos.

pesar de sabernos mortales actuamos y nos comportamos como inmortales, o, peor aún, como ignorantes de nuestro destino, como si la muerte no existiera, como si creyéramos que vamos a vivir para siempre. Y además no pensamos como generación ya que, al parecer, nos importan un bledo las generaciones futuras, o ¿qué planeta le estamos dejando a nuestros descendientes?, ¿aguas limpias?, ¿buenos bosques?, ¿políticas de igualdad? Somos egoístas como generación porque somos egoístas como individuos. No pensamos en el futuro porque creemos que nuestro presente es eterno. ¿Qué pasaría si cambiáramos nuestra perspectiva?, ¿si tomáramos conciencia de nuestra mortalidad? Tal vez pensaríamos no como individuos sino como especie, tal vez nuestras ideas girarían en torno a la humanidad y cuidaríamos del planeta que habitamos. Al sabernos mortales y al no tener certeza de nuestro instante final apreciaríamos más los momentos terrenos ya que sabríamos que cada instante es único y que después de esta vida no hay otra. Una rosa es bella precisamente por ser efímera. La belleza no es permanente, es instantánea.

Nacemos y morimos, llegamos y partimos. Bajo esta perspectiva, la vida se torna valiosísima ya que sabemos que pronto cesará y que, sin importar su duración, frente a la eternidad no es nada, es tan solo un instante, un parpadeo, un momento fugaz. Tomemos conciencia de la muerte para apreciar la fugacidad de la vida.

sábado, 23 de febrero de 2013

Reflexionando Sobre Nuestras Búsquedas con el Sabio Gustavo Adolfo Bécquer


Gustavo Adolfo Bécquer, Enorme Poeta Español. Es el puente entre la antigua poesía romántica y la nueva poesía española. Inspiró a los poetas de finales del S. XIX y principios del S. XX. Fue un elegido de las musas y vivió atormentado. Murió joven y brilló después de su muerte con sus rimas y leyendas. Es el poeta de los sentimientos amorosos y, además del amor, de una fuerte carga filosófica y existencial.

En, tal vez, su mejor leyenda “El Rayo De Luna”, dice: Cántigas..., mujeres..., glorias..., felicidad..., mentiras todo, fantasmas vanos que formamos en nuestra imaginación y vestimos a nuestro antojo, y los amamos y corremos tras ellos, ¿para qué?, ¿para qué? Para encontrar un rayo de luna. Además de Poeta, Filósofo. Hombre Grande que, con tan solo treinta y cuatro años, alcanzó la inmortalidad y su nombre inspira, enseña e ilumina a quienes lo leen.

En esta obra hay un joven romántico y meditabundo que se encuentra en el bosque y en la noche cree ver a su alma gemela que vaga, como él, en busca del contacto con lo místico. Cuando indaga más en quién es la amada, se da cuenta que es el reflejo de los rayos de luna entre el follaje del bosque. Toda la ilusión que tenía en la belleza y el amor de una mujer y la felicidad que ella podría proporcionarle se desvanece como una falsa ilusión. En cuatro palabras menciona la meta existencial humana, cantigas equivale a distracciones; mujeres, al amor; glorias, al poder y al reconocimiento; felicidad, a la tranquilidad y la vida plena; eso es lo que busca cada humano en esta vida. La crítica es severa, “mentiras todo”, todo aquello que anhelamos y a lo cual aspiramos es una mentira, es decir algo que no es verdad. La gloria, la felicidad, el amor, la diversión, todo es una mentira. “Fantasmas vanos que formamos en nuestra imaginación y vestimos a nuestro antojo”, es decir que los humanos inventamos como debemos vivir y con el tiempo las generaciones posteriores creen que es verdad, que es la única manera y no son capaces de corregir lo erróneo y de buscar nuevas estrategias; “los amamos y corremos tras  ellos”, es decir es en lo único que creemos y lo único que pensamos que existe y vamos en su búsqueda ignorando lo demás; ¿para qué?, ¿para qué? Para encontrar un rayo de luna, es decir algo efímero y que se desvanece en el tiempo. Los seres humanos vivimos de ilusiones y creemos que estas invenciones de nuestra mente son reales. Creemos, además de aquellas cosas que inventamos como especie o como individuos, en aquellas cosas que los demás inventan. Y deberíamos aprender a confiar más en nuestra inteligencia, es decir en no inventar nada y en indagar por cuenta propia en la realidad de las cosas. No es lo mismo nacer pobre que nacer rico, ni es lo mismo nacer en áfrica que nacer en Alemania, lo que quiere decir que nosotros inventamos la cultura y la forma de vivir en sociedad. De acuerdo a esas culturas nos trazamos metas y vivimos para conseguir alcanzarlas y cuando las logramos nos damos cuenta que no es precisamente lo que esperábamos pero pensamos que ya es tarde para comenzar de nuevo y lo que hacemos es acostumbrarnos al ritmo de vida que llevamos. No existe acuerdo en qué es la vida humana y cada campo del conocimiento plantea una posible explicación a lo que es nuestra vida y vivimos y morimos en la red de ilusiones tejidas en torno a nuestra existencia. Casarse, tener hijos, ser profesional, tener casa propia, poseer tecnología, tener carro, ahorrar, vivir en la ciudad, emplearse... ¿son ilusiones autoimpuestas por la sociedad o verdades establecidas de manera natural?

¿Qué metas debemos plantearnos?, ¿cómo debemos vivir nuestras vidas?, debemos pensar que si vamos en contra de la corriente, iremos en contra de lo establecido socialmente y si perjudicamos a los demás nos pueden perjudicar por antisociales, pero, además de respetar lo socialmente establecido, podemos escoger aquellas cosas que nos interesan sin importar lo que otros piensen. Si el mundo nos impone ilusiones ¿por qué no podemos establecer las propias?

domingo, 17 de febrero de 2013

Reflexionando Sobre la Sabiduría con el Sabio Nicolás Gómez Dávila


Don Nicolás, Enorme Filósofo colombiano estudiado en Europa y desconocido en nuestro país. Un Hombre afortunado que vivió para leer y pensar y no para trabajar. Se construyó un paraíso, en su casa en Bogotá, de más de treinta mil libros, la mayoría en el idioma del autor. Se dio el lujo de leer, pensar y escribir nueve horas al día. Solo puede ser llamado el Dios de los Escolios.

Uno de sus escolios dice: La madurez del espíritu comienza cuando dejamos de sentirnos encargados del mundo. Sabio, el gran filósofo Nicolás. Sus enseñanzas deberían nutrir a sus coterráneos pero los colombianos son sordos a la sabiduría. ¿Qué nos quiere decir? Es sencillo, no somos los encargados del mundo. Enseñanza de sentido estoico. ¿Qué es el mundo? El mundo lo es todo. El mundo son los objetos, los sujetos y las relaciones, es decir, las cosas, las personas y como se encuentran relacionadas entre sí. “El mundo es independiente de mi voluntad”, dijo, otro grande del pensamiento, el filósofo Wittgenstein. Maduramos en espíritu, es decir, adquirimos sabiduría, cuando comprendemos que el mundo sucede, que los hechos pasan, que las cosas simplemente ocurren. El mundo no va como yo quiero que vaya, el mundo va como va y punto. Somos nosotros quienes le damos sentido al suceder del mundo, somos nosotros quienes le damos significado a los hechos. Dependiendo de nuestro estado mental le damos el significado a las cosas. Si estamos bien tienen un sentido, si estamos mal tienen otro. Si pensamos así es diferente a si pensamos asá. Pero al mundo no le importa lo que pensemos de él. El mundo permanece y las generaciones de humanos aparecen y desaparecen. Las viejas generaciones ven nacer a las nuevas y las nuevas generaciones ven perecer a las viejas, y el mundo ahí. Comenzamos a adquirir sabiduría cuando nos damos cuenta de que el mundo no depende de nosotros y que las cosas que suceden no tienen ningún mensaje oculto para que las descifremos. Existen diferentes formas de vivir, una de ellas es la de intentar cambiar o transformar el mundo, pero los cambios que logramos son mínimos. Y nosotros no podemos hacer nada con respecto al pasado y no podemos predecir el futuro. Otra forma de vivir es siendo un observador imparcial del mundo, es decir observarlo, contemplarlo, pensarlo, y vivir sabiendo que somos parte del mundo y que somos seres mortales, que nuestra vida es efímera y que estamos destinados al “polvo elemental que nos ignora.” (Borges).

No somos dueños del mundo, no somos responsables de las cosas que ocurren en él, ni de las decisiones que las personas toman, somos medianamente responsables de nosotros mismos y totalmente responsables de nuestras acciones. 

sábado, 16 de febrero de 2013

Reflexionando Sobre la Realidad con el Sabio Platón


Platón, el discípulo de Sócrates, es una de las estrellas centrales del universo filosófico. Decía de él, con entera razón, Don  José Pijoán, en su breviario de la historia de la humanidad, “recordemos que Platón representa el mayor esfuerzo que ha hecho el espíritu humano en la esfera del pensamiento.”

En el diálogo Hipias Menor, o de lo falso, en Boca de su Maestro Sócrates, a quien le rindió respeto y admiración toda la vida, dice: La realidad se me escapa, no sé qué es ella. ¡La realidad! ¿Qué es la realidad? Toda la filosofía ha girado en torno a esta pregunta. Desde antiguo se ha querido asir la realidad pero ella constantemente se nos escapa. Creemos que el mundo es como lo percibimos pero ¿estamos seguros? Parménides, tal vez el gran abuelo de la Lógica, decía que la multiplicidad, el movimiento, la finitud, características que presenciamos, en el mundo actual y real, son una ilusión. Heráclito, padre del Devenir, decía que el constante cambio del mundo es lo real. Ya estos dos antiguos padres de la filosofía tenían ideas contrarias sobre la realidad. Los empiristas aseguran que el mundo es aquello que nuestros sentidos perciben y los racionalistas dicen que el verdadero mundo debe ser captado con la razón ya que los sentidos nos dan una imagen equivocada de lo que es real. El gran Kant nos deja perplejos cuando dice que una cosa es lo que vemos en el mundo y otra cosa es lo que el mundo es (la cosa en sí y la cosa para sí). Lo que se nos enseña es que lo que vemos del mundo es lo que nuestra subjetividad le agrega al mundo. Pero todavía queda lo que son las cosas desnudas del arraigo de nuestra subjetividad. Si esto dicen estos grandes maestros del mundo objetivo ¿qué decir de los hechos a nivel humano? Un humano es un ser complejo, por lo tanto la relación entre dos humanos es un hecho aun más complejo. Ni que decir de la complejidad de las relaciones sociales y del mundo en general. Entonces debería preguntarme ¿es cierto lo que creo de los demás? ¿Tengo juicios o prejuicios? ¿Mis ideas de los demás son correctas o equivocadas? Y volvemos a la pregunta del principio ¿Qué es la realidad? Volviendo a las cosas, a la naturaleza, al mundo, la física plantea que los umbrales de la realidad última se pierden entre los límites de los átomos y la energía. Si hay algo cierto es que el mundo no es como lo percibimos. Lo que sí es cierto es que nos hemos puesto de acuerdo en cómo nombramos el mundo y hemos convenido en que el mundo es de una forma específica que nos permite comunicarlo y nos permite relacionarnos con él.


La realidad se nos escapa, no sabemos lo que es. Vamos por la existencia, y por los fragmentos del tiempo que nos corresponde en la historia, ignorantes de la realidad, del mundo y de las cosas. La realidad es difícil de asir, de sujetar, de encerrar. Por esa característica de la realidad es que existe la ciencia y existen tantas teorías científicas que intentan explicarla, por esa característica de la realidad es que existen el arte, la religión, la filosofía y demás manifestaciones del espíritu humano. Ya lo vio el gran maestro Platón, grande entre los grandes y sabio entre los sabios, la realidad se nos escapa y no sabemos lo que ella es.

domingo, 3 de febrero de 2013

Reflexionando Sobre los Hábitos con el Sabio Epicteto


Estamos en el mundo y, a través de la vida y la experiencia, lo conocemos. Nuestro conocimiento del mundo es profundo, tan profundo que hemos sido capaces de transformarlo, pero al mismo tiempo tan superficial que al transformar el mundo lo estamos destruyendo y con él nos estamos destruyendo a nosotros mismos. Carecemos del conocimiento primordial, el conocimiento de nosotros mismos. Nos especializamos en el afuera y nos olvidemos del adentro. Conocernos a nosotros mismos es tarea diaria, es un ejercicio continuo, es un hábito que debemos adquirir.

En su “Manual de Vida” o “Enchiridion”, el libro de la sabiduría del filósofo estoico Epicteto, libro que nos enseña a ser Hombres libres y no esclavos de las pasiones, dice: ...podemos entrenarnos para tener mejores hábitos. Permanentemente actuamos. A diario nos enfrentamos al mundo y lo afectamos con nuestras acciones. Estas generan reacciones y la naturaleza de las interacciones humanas se torna compleja. A veces (tal vez la mayoría de las veces) no meditamos nuestras acciones (ni antes, ni después de realizarlas) y afectamos de manera negativa a los demás. Es por eso que el mundo se torna caótico y difícil. Regularmente, por la carencia de meditación, nuestros actos son de reacción inmediata, es decir sometidos al impulso instantáneo, al ímpetu del momento. Por eso los Sabios Estoicos, entre ellos Epicteto, recomiendan que pensemos quiénes somos y en cómo nos comportamos y reaccionamos ante el mundo. No debemos dejar que el mundo y la naturaleza nos dominen. Es cierto que somos esclavos de la existencia y de nuestra naturaleza humana, pero también es cierto que hay una parte de nosotros, la razón, que puede liberarnos, parcialmente, de la esclavitud. Es cierto que tenemos varias condenas (estamos condenados a morir, a la naturaleza, a nuestra condición humana, a la sociedad, etc.) pero aun un condenado, en el encierro de su celda y su prisión, tiene un instante para hacer lo que quiere, es decir para la libertad. No podemos escapar de ella. Y en la existencia humana la verdadera libertad se logra por medio de la razón. Solo la razón nos hace verdaderos seres libres y no esclavos de la ilusión de una falsa libertad. Gracias a la razón podemos escapar de la tiranía de los afectos y de la tiranía de los sentidos.

Aplicando la razón a nuestra vida, a nuestras acciones y a nuestra existencia, seremos capaces de comprender nuestro lugar en el mundo y la esencia de nuestro ser. Comprendiendo esto seremos capaces de cambiar nuestras acciones generando hábitos diarios de meditación racional del mundo y de nuestro actos. Razonando el mundo y nuestro actuar nos habituaremos a reaccionar de manera meditada ante las situaciones cotidianas que se nos presentan y de esta manera generaremos hábitos sanos de existencia y de convivencia. Si queremos podemos ser personas ejemplares en un mundo que necesita personas que eduquen con su vida, con sus actos y con su pensamiento. Si queremos podemos entrenar nuestros hábitos, está en nuestra voluntad hacerlo, la pregunta es ¿por qué no hemos comenzado?

sábado, 2 de febrero de 2013

Reflexionando Sobre la Ignorancia con el Sabio Séneca


La filosofía es de las cosas más bellas que le ha podido pasar a la humanidad. Si la filosofía se antepone al conocimiento en general, tendremos un mejor proceder con aquello que conocemos. Dentro de la bastedad de la filosofía existen campos que son sublimes, etéreos, puros. El estoicismo, una parte de la filosofía que nos indica como soportar los vaivenes de la fortuna, es una muestra de aquellos campos filosóficos que embellecen la existencia.

Séneca, uno de los representantes del estoicismo romano, dice en su tragedia Edipo, en boca de su protagonista, lo siguiente: La ignorancia es remedio ineficaz contra los males. Un hombre Sabio conocedor de los males que aquejan a la humanidad. No solo la ignorancia es un remedio ineficaz contra los males sino que es uno de nuestros mayores males. Y, contrario a la ignorancia, el conocimiento es la solución a muchos de nuestros males (por lo menos de aquellos que no son causados por el conocimiento). Pero el Sabio sabe y el conocimiento por sí solo no es solución a nuestros males, sino que la solución es aquello que hagamos con el conocimiento, es decir la sabiduría. Desde antiguo los filósofos han aconsejado que la solución a los males que se nos presentan es el conocimiento y que la ignorancia es lo peor que nos aqueja. Para el Maestro Sócrates, padre de la filosofía, conocimiento es sinónimo de virtud. El conocimiento no debe ser solamente la acumulación de información y datos útiles o inútiles sino el saber actuar con aquellos datos, si conocimiento es sinónimo de virtud debe ser algo muy cercano a la sabiduría. A veces se nos presentan situaciones que requieren ser solucionadas, si carecemos del conocimiento necesario para dar solución a los problemas entonces seguiremos con el problema presente y tal vez el problema desemboque en una situación que empeora nuestra vida y al final lamentaremos no haberlo solucionado y no haber tenido el conocimiento requerido. Si poseemos el conocimiento para dar solución a un problema pues se nos facilita la vida ya que daremos solución al problema y nuestra vida será más simple. A veces se nos presenta un inconveniente y debemos acudir a aquellos quienes poseen el conocimiento especializado para buscar la solución, es difícil poseer todo tipo de conocimiento ya que el conocimiento es muy amplio y nuestra capacidad de almacenamiento es limitada. A veces se nos presenta un conflicto y tenemos el conocimiento para solucionarlo pero no sabemos emplearlo, es ahí cuando necesitamos el acopio de la sabiduría. Con sabiduría el conocimiento se vuelve solución, sin sabiduría el conocimiento acrecienta el problema. A veces el conocimiento no soluciona algunos problemas, ahí debe estar presente el saber de que no siempre conocer soluciona y lo que hay saber es que hay situaciones no solucionables. Frente a estas situaciones el mejor conocimiento es la Sabiduría del Estoicismo. Saber que hay eventos no solucionables y que debemos aprender a convivir con ellos es el mejor conocimiento al que debemos aspirar.


En definitiva la ignorancia es remedio ineficaz contra los males, el conocimiento es remedio eficaz contra los males y la sabiduría es la solución a nuestra frágil  y conflictiva existencia. Sin sabiduría no hay conocimiento eficaz, con sabiduría todo conocimiento se hace solución. El Estoicismo es una invitación a una existencia serena y a ver los hechos como acaecen y no como quisiéramos que ocurrieran.