Existen personas que han sido sorprendentes. No parecen de este mundo, precisamente
porque son diferentes del común de los mortales. Normalmente las personas
aspiran a la riqueza y a la gloria, en diferente grado unos de otros, pero es
común que algunos anhelos humanos tiendan hacia esa meta. Un personaje que
nació en cuna de oro y que escribió un libro que cambió el rumbo del
pensamiento filosófico y que fue codiciado por las mejores universidades de la
época, renunció a la riqueza material y a la gloria mundana y de esta manera
alcanzó, en vida, riqueza espiritual y, en la muerte, la gloria perpetua. Hablo
del místico y filósofo Ludwig Wittgenstein, quien logró en vida lo que pocas
personas han logrado, cautivar al mundo con su pensamiento y logró después de
su muerte entrar a las páginas inmortales de la historia de la humanidad y del
pensamiento.
En un corto, pero enorme libro, que lo contiene y lo explica todo, el Tractatus logico-philosophicus,
Wittgenstein escribió lo siguiente: “El
mundo es independiente de mi voluntad.” (Proposición 6.373). El mundo
ocurre independientemente de mis deseos y anhelos. No importa lo que yo desee, sencillamente
los hechos suceden. El Sabio Wittgenstein comprendió que el mundo ocurre de
manera independiente de lo que queremos. Mi voluntad no afecta el mundo de
manera esencial, podrá afectarlo de manera accidental y mínima, por voluntad
puedo matar una mosca o eliminar una planta, pero la esencia del mundo no se ve
afectada por mí. Puedo querer que no ocurran inundaciones, terremotos, guerras,
injusticias, pero ocurren y no puedo hacer nada para cambiar las ocurrencias
del mundo y la voluntad de las personas. ¿Y esto qué significa? Significa que
debo aceptar que las cosas suceden porque sí y no por alguna causa oscura,
finalidad predeterminada o sentido oculto. Lo malo o lo bueno se convierten así
en la manera personal de valorar aquellas cosas que suceden en el mundo y que
me afectan de manera directa o indirecta. Si, como enseña Wittgenstein, aprendo
que el mundo es independiente de mi voluntad, comenzaré a aceptar que las cosas
suceden y no intentaré buscar un significado sino que aceptaré los hechos y
viviré con resignación y sabiduría frente al ocurrir de las cosas. Aceptaré
cualquier pérdida o ganancia como un accidente fortuito que, así como me pasó a
mí, le pudo haber ocurrido a cualquiera. Comprenderé que ocurren hechos que
hacen parte de la naturaleza y que es imposible que no ocurran, como la muerte,
la injusticia, la violencia, la enfermedad, las catástrofes naturales y demás.
El mundo es independiente
de mi voluntad y, por tanto, mi voluntad debe ser dependiente del mundo para
poder aspirar a una vida vivida con sabiduría. Wittgenstein se convierte así en
un representante del estoicismo en la modernidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario