Vanitas, Jacques Linard, 1600-1645, Museo del Prado. Madrid.

sábado, 23 de marzo de 2013

Reflexionando Sobre los Hechos del Mundo con el Sabio Wittgenstein

Existen personas que han sido sorprendentes. No parecen de este mundo, precisamente porque son diferentes del común de los mortales. Normalmente las personas aspiran a la riqueza y a la gloria, en diferente grado unos de otros, pero es común que algunos anhelos humanos tiendan hacia esa meta. Un personaje que nació en cuna de oro y que escribió un libro que cambió el rumbo del pensamiento filosófico y que fue codiciado por las mejores universidades de la época, renunció a la riqueza material y a la gloria mundana y de esta manera alcanzó, en vida, riqueza espiritual y, en la muerte, la gloria perpetua. Hablo del místico y filósofo Ludwig Wittgenstein, quien logró en vida lo que pocas personas han logrado, cautivar al mundo con su pensamiento y logró después de su muerte entrar a las páginas inmortales de la historia de la humanidad y del pensamiento.

En un corto, pero enorme libro, que lo contiene y lo explica todo, el Tractatus logico-philosophicus, Wittgenstein escribió lo siguiente: El mundo es independiente de mi voluntad. (Proposición 6.373). El mundo ocurre independientemente de mis deseos y anhelos. No importa lo que yo desee, sencillamente los hechos suceden. El Sabio Wittgenstein comprendió que el mundo ocurre de manera independiente de lo que queremos. Mi voluntad no afecta el mundo de manera esencial, podrá afectarlo de manera accidental y mínima, por voluntad puedo matar una mosca o eliminar una planta, pero la esencia del mundo no se ve afectada por mí. Puedo querer que no ocurran inundaciones, terremotos, guerras, injusticias, pero ocurren y no puedo hacer nada para cambiar las ocurrencias del mundo y la voluntad de las personas. ¿Y esto qué significa? Significa que debo aceptar que las cosas suceden porque sí y no por alguna causa oscura, finalidad predeterminada o sentido oculto. Lo malo o lo bueno se convierten así en la manera personal de valorar aquellas cosas que suceden en el mundo y que me afectan de manera directa o indirecta. Si, como enseña Wittgenstein, aprendo que el mundo es independiente de mi voluntad, comenzaré a aceptar que las cosas suceden y no intentaré buscar un significado sino que aceptaré los hechos y viviré con resignación y sabiduría frente al ocurrir de las cosas. Aceptaré cualquier pérdida o ganancia como un accidente fortuito que, así como me pasó a mí, le pudo haber ocurrido a cualquiera. Comprenderé que ocurren hechos que hacen parte de la naturaleza y que es imposible que no ocurran, como la muerte, la injusticia, la violencia, la enfermedad, las catástrofes naturales y demás.


El mundo es independiente de mi voluntad y, por tanto, mi voluntad debe ser dependiente del mundo para poder aspirar a una vida vivida con sabiduría. Wittgenstein se convierte así en un representante del estoicismo en la modernidad.

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