El Hombre ha sido motivo de estudio para sí mismo. Siempre hemos querido saber lo que
somos. Primero fue la filosofía la que quiso cuestionarse acerca del ser
humano, luego aparecieron sus hijas, la antropología, la psicología, la
sociología, la psiquiatría, el psicoanálisis, entre otras, las que intentan dar
respuesta a esta pregunta y comprender qué somos. Un antiguo filósofo
visionario, logró decir, desde hace mucho, cómo es que estamos conformados. Se
dio cuenta que nos guían tres clases de conducta que él llamó concupiscente,
irascible y racional, es decir, la conducta guiada por el deseo, el sentimiento
y la razón. Platón logró develar la esencia del Hombre, después de él se
repite el patrón tripartito del ser humano, hasta llegar al siglo XX, con el
padre del Psicoanálisis Sigmund Freud, quien divide al Hombre en ello, yo y superyó,
y a la neurociencia moderna con el cerebro reptiliano, límbico y neocórtex.
Platón decía que, para ser Hombres libres, era el comportamiento racional el
que debía dominar los comportamientos dados a partir de los deseos y los
sentimientos y no dejarnos llevar, como esclavos, por los afectos.
Muchos
Grandes Maestros del Pensamiento han concordado con el Enorme Platón, entre
ellos Shakespeare, quien de su vasta y profunda obra, en Otelo, acto I, escena
III, nos dice, en boca de Yago algo parecido: “Si la balanza de nuestras existencias no tuviera un platillo de
razón para equilibrarse con otro de sensualidad, la sangre y bajeza de nuestros
instintos nos llevaría a las consecuencias más absurdas. Pero poseemos la razón
para templar nuestros movimientos de furia, nuestros aguijones carnales,
nuestros apetitos sin freno...” El Genio del Enorme Shakespeare
emparentado con el Enorme Platón. La razón está para equilibrar nuestras
pasiones, sino seriamos como animales, seres que actúan por impulsos naturales.
Si nos dejáramos llevar por los impulsos del momento cometeríamos muchos
absurdos y luego llegaría el arrepentimiento. Pero afortunadamente poseemos la
razón que nos ayuda a refrenar el enojo, el deseo y los apetitos. Es triste
saber que pocas personas intentan actuar acorde a la razón y que son impulsivas
y no controlan sus acciones o palabras. Platón se pronunció en el siglo IV a.c.
y aun hoy no hacemos caso de sus enseñanzas. Ha habido un progreso a nivel
científico y tecnológico pero a nivel de las acciones humanas no ha habido
mucho progreso.
Deberíamos hacer caso de las enseñanzas de Shakespeare quien recomienda la razón para
refrenar nuestros más bajos comportamientos y actitudes para con nosotros, los
demás y la naturaleza.
Aquellos que un día se inventaron esa institución llamada "iglesia", no hicieron otra cosa que recopilar pensamientos y razones filosóficas que los grandes sabios descubrieron en el ejercicio voluntario de vivir en armonía con quienes le rodeaban. La iglesia llegó con sanciones y prohibiciones, ahí nació la necesidad de retar lo que es impuesto sin argumentos.
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