Que
me perdone Don Miguel de Cervantes, pero su creación cobró vida propia y se ha
convertido en un personaje real. Don Quijote anda por ahí, con su fiel
escudero, “enderezando tuertos y desfaciendo agravios”. Cuando su amigo Sancho
se fue de gobernador de la ínsula Barataria, el inmortal Don Quijote le regala
una serie de consejos para el buen gobierno. Pero Don Quijote es universal y
sus consejos no son únicamente para el buen gobierno, si no que se pueden
recibir para la vida o para el buen gobierno de sí mismo. Uno de esos
magníficos consejos reza así: “Sea
moderado tu sueño, que el que no madruga con el sol, no goza del día; y
advierte, ¡oh Sancho!, que la diligencia es madre de la buena ventura, y la
pereza, su contraria, jamás llegó al termino que pide un buen deseo.” Gran
enseñanza la del Quijote. La pereza no llega al término que pide un buen deseo.
Generalmente
nos trazamos metas. Algunas a corto y otras a largo plazo. Unas moderadas y
otras bastante ambiciosas. Algunas del común y otras muy personales. No importa
la meta trazada, lo cercana o inalcanzable que sea, lo que importa es que una
vez puesta la meta debemos comenzar a caminar hacia ella. La diligencia es
madre de la buena ventura. Si comenzamos a caminar para recorrer una distancia
de mil metros, cada paso que damos nos acorta esa distancia. El objetivo
propuesto no viene hacia nosotros, somos nosotros quienes debemos buscarlos. ¿Cuántas
personas se han quedado con sus sueños frustrados por no intentar ir tras ellos?
¿Cuántas personas no sobresalen en la vida por la pereza? En un oficio o en un
deporte, el perezoso queda relegado y el diligente es valorado. Se trata de
tener iniciativa y de luchar por los objetivos. No importa que al final no alcancemos
la meta, el camino recorrido nos muestra otros posibles recorridos y al final
podremos decir que hemos aprendido algo.
Si somos diligentes estaremos bien en nuestra familia, en nuestro trabajo o en nuestro
círculo de amigos. Siendo diligentes aprenderemos de la vida y podremos
cosechar algunos triunfos soñados. La vida es acción, actividad. La naturaleza nos
enseña que la vida no se estanca, es diligente y con su actividad evoluciona y
conquista. Que nuestra actitud sea la diligencia y no la pereza. Hagamos caso
de un hombre diligente que fue por la vida “desfaciendo entuertos y sinrazones”
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