Vanitas, Jacques Linard, 1600-1645, Museo del Prado. Madrid.

sábado, 6 de octubre de 2012

Reflexionando Sobre el Derecho con el Sabio Shakespeare

En una obra de Shakespeare se encuentran infinidad de sabias enseñanzas que abarcan todo lo posible. ¿Qué decir de toda la obra Shakesperiana? Abarca el tiempo en su totalidad. En sus escritos no existe el pasado o el futuro porque todo es presente. Si dentro de diez millones de años existiera la humanidad, Shakespeare seguiría siendo actual (lo dicho anteriormente vale para Homero, Esquilo, Sófocles, Eurípides, y demás nombres que salen en estos escritos).


En su tragedia “la vida y muerte del rey Juan”, en la primer escena del acto segundo, en boca del rey Felipe, nos dice: “... el buen pensamiento de prestar atención a las violencias y ataques que se hacen al derecho. Una frase jurídica que toma vigencia en nuestro tiempo. Shakespeare, gran maestro del espíritu humano, nos pide que respetemos el derecho. Y no solo que lo respetemos, sino que lo ayudemos a proteger.


El derecho siempre ha sido motivo de estudio para las profundas mentes de la humanidad. Hay concordancia en que “el derecho es la norma que regula la conducta de los Hombres.” Es decir que los Hombres no sabemos comportarnos y necesitamos de algo que guíe nuestra conducta. Los seres humanos actuamos de acuerdo a nuestra voluntad y nuestra voluntad busca lo que es conveniente para nosotros sin importar lo que conviene a los demás. Es por eso que al vivir en comunidad  necesitamos de las normas para que permitan una sana convivencia y no pasemos por encima de los demás en nuestro afán de conseguir lo que queremos. Si las normas no van en contra de nuestros anhelos de buena vida en sociedad, debemos ser vigías de que el derecho no sea atropellado por aquellos que no han entendido que las normas están para armonizar la convivencia ciudadana, que de otro modo sería un caos, ya que cada quien haría lo que quisiera sin importar lo que los demás desean.



Reza una enseñanza popular “mis derechos terminan donde comienzan los derechos de los demás”, es decir que, como no estoy solo, no puedo pretender que todo debe hacerse como yo quiero. He de pensar que si todos pensáramos así viviríamos en guerra de manera permanente y sería una guerra en la que los bandos cambiarían de manera constante. El derecho y las normas existen para encausar la conducta humana que, como un río, cuando se desborda, destruye todo lo que encuentra a su paso.

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