Vanitas, Jacques Linard, 1600-1645, Museo del Prado. Madrid.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Reflexionando Sobre la Aflicción con el Sabio Job


El patriarca Job es parecido a los grandes filósofos griegos anteriores a Sócrates. No parece un ricachón dedicado a los negocios del campo sino un hombre dedicado a contemplar la naturaleza humana. El libro de Job es un manual de filosofía, si se quiere de filosofía estoica, en el que encontramos verdades supremas que enseñan a quien las lee.

En diálogo con su amigo Elifaz de Temán, este le dice: No, no brota la iniquidad del polvo, ni germina del suelo la aflicción. Es el Hombre quien la aflicción engendra, como levantan el vuelo los hijos del relámpago. (Job 5,6) ¿Qué nos dice el libro de Job? Que la aflicción es causada por los humanos. La aflicción no nace de la tierra, es decir no es algo que esté en el mundo. La aflicción nace en el corazón del Hombre. Existen los Hombres, existe la aflicción. No existen los Hombres, no existe la aflicción. Solo hay aflicción donde hay Hombres. ¿Qué es la aflicción? Aflicción es aquello que sucede y nos aflige, es decir nos causa malestar físico, angustia, tristeza o molestia. ¿Por qué algo que sucede nos puede afligir? Porque somos nosotros quienes le damos importancia a los sucesos del mundo. El ser humano es un ser complejo. La complejidad humana reside en su psiquis. Ahí, internamente, está el por qué unas situaciones son más angustiosas que otras. Algunas personas temen la oscuridad, otras no. Algunas personas sienten nerviosismo frente a un público, otras no. Cada quien afronta el mundo de manera distinta. Cada quien le da significado a los hechos del mundo desde su propia experiencia. El Hombre engendra la aflicción, es decir es él quien realiza actos que afligen a otros y es él quien se aflige por las cosas que ocurren, humanas o no. Quiere decir el libro de Job que en nosotros está no sentir aflicción o reducir este sentimiento a su mínima expresión. El Hombre está condenado a los hechos del mundo. Y no todos los hechos son felices. Debo aprender a vivir con los hechos tristes y trágicos. De mí depende angustiarme ante cualquier situación que acaece o de mi depende aceptar que las cosas pasan como parte del orden natural de la existencia. En mí está elegir cómo quiero vivir mi vida en el corto lapso de la existencia humana.

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