Vanitas, Jacques Linard, 1600-1645, Museo del Prado. Madrid.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Reflexionando Sobre el Acaecer del Mundo con el Sabio Espinosa

Spinoza, el místico filósofo, logra lo que muchos quieren alcanzar, comprender el mundo y nuestro lugar en él. Es, tal vez, el único que logra descifrar a Dios y, por descifrar a Dios, la incomprensión humana. Logra explicar en qué consiste ser un humano en la naturaleza y en el tiempo. Se adelantó a los conceptos psicoanalíticos de Freud y a los conceptos relativistas de Einstein. Se adelantó al tiempo.

En el capítulo XXXII del apéndice de la parte cuarta de su “Ética demostrada según el orden geométrico” dice: No tenemos la potestad absoluta de amoldar según nuestra conveniencia las cosas exteriores a nosotros. Esta frase es la esencia del estoicismo. Spinoza se nutrió de los antiguos estoicos y, por lo tanto, de Epicteto, quien, en su Enchiridion, dice algo similar: La felicidad y la libertad comienzan con la clara comprensión de un principio: algunas cosas están bajo nuestro control y otras no. Parece ser que la idea de Epicteto se adapta a la época del racionalismo filosófico en boca de Spinoza. Ambos racionalistas, y desde la seguridad de la razón, nos dicen que no todo en este mundo depende de nosotros. Hay cosas que ocurren y que se encuentran lejos del alcance de nuestra voluntad. El consejo de ambos es que, frente a estas situaciones, debemos soportar con entereza lo acaecido. No todo depende de mí y las cosas que no dependen de mí ocurren a menudo, es la naturaleza que actúa sin consideración, ni misericordia por nosotros los humanos. En la naturaleza no existe lo que es bueno o malo. Las cosas ocurren y punto. Somos los humanos los que juzgamos si está bien o está mal el hecho que ocurre de acuerdo a como nos afecta o beneficia. Y aquellas cosas que ocurren y nos afectan nos hacen reaccionar de manera contraria a como deberíamos, según la razón. Estamos arrojados en el mundo y frente a los hechos que ocurren en él. La naturaleza es inclemente y la existencia, una batalla por la persistencia. Somos seres frágiles a nivel físico y psíquico. Nuestra fortaleza es la razón. Esta nos dice que frente a lo inevitable debemos estar preparados, porque ocurre, ha ocurrido y ocurrirá, y resignados, porque nada podemos hacer. ¿Qué es mejor, dejarnos destruir por el infortunio o disfrutar de la efímera existencia? Si actuamos y pensamos acorde a la razón, lo mejor es disfrutar de la existencia sin dejarnos dominar por el temor o la angustia frente a la inclemencia del azar. Recordemos al Sabio Job que, frente a las tragedias que tuvo que afrontar (la perdida de todo lo que poseía, incluyendo su familia), nos dejó la maravillosa frase: “¿Si aceptamos de Dios lo bueno, porqué no aceptamos también lo malo?”


Actuemos de manera racional. Tengamos presente que el mundo acaece y que los acontecimientos, simplemente, son. Que soy yo el que los juzga de acuerdo a mi pensamiento. Que si comienzo a pensar de forma diferente, simplemente seré un observador de los hechos y no alguien a quien los hechos afectan de manera brutal. Que el mundo no depende de mí, sino que soy yo quien depende del mundo. Que hago parte del mundo y del acontecer del mundo. Que soy un punto de la recta y que nunca podré abordar la totalidad de la recta (la recta es el tiempo). Que soy un instante en la eternidad. Que soy un grano de arena en el desierto, un segundo en el milenio, una gota de agua en el mar o un átomo en el universo. Que soy causa y soy efecto. Que soy parte del engranaje de la existencia. Que hago parte del todo.

2 comentarios:

  1. Ufff profe se lucio con esta reflexión, me encanto creo que si Dios quiere lograra tener esto a todo publico...Excelente trabajo!

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  2. estuvo fregon teacher siga asi!!!!
    se nota que realmente valora la vida ...

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