Vanitas, Jacques Linard, 1600-1645, Museo del Prado. Madrid.

sábado, 10 de noviembre de 2012

Reflexionando Sobre la Muerte con el Sabio Séneca

El Sabio Séneca, que hace reflexiones que alimentan el espíritu más que el intelecto, el que nos regocija en nuestro interior, nos enseña constantemente a no temer a la muerte. El no sintió temor en su momento final (como pocos grandes Hombres) y aplicó triple suicidio, por orden del emperador Nerón, (era la sentencia en la época) sabiendo que con uno bastaba.

En su tragedia Las Troyanas, por boca de Helena, dice: deseable muerte es morir sin temor de la muerte. ¡Qué gran Maestro! Tememos a la muerte, es un hecho. Eludimos su recuerdo en nuestras conversaciones. La evitamos en nuestro pensamiento y su sola mención nos aterroriza. Aun cuando alguien anciano está por irse, no lo aceptamos sabiendo que es natural que ocurra. ¡La muerte!, que tema tan difícil. Pero ahí están los Sabios para nutrirnos con su Sabiduría. En esta ocasión es Séneca, quien nos dice que es deseable morir sin temor de la muerte. ¿Deseable morir? Sí, ¡deseable morir! Y no es una invitación al suicidio. No. Es una reflexión sobre la vida y sobre la belleza de la existencia. Existe un proceso natural (biológico o fisicoquímico) que se llama vida. Y este proceso es finito, es decir tiene principio y final. Si nos ponemos a pensar, no somos conscientes de nuestro nacimiento y, si somos más profundos, tampoco de nuestra muerte, ¿o es que alguien es consciente del instante en que se queda dormido? Sabemos, cuando nos acostamos, que nos vamos a quedar dormidos, pero no sabemos el momento exacto en que ocurre. Y cuando estamos dormidos,  no sabemos que dormimos. Somos conscientes del acto de dormir antes y después, es decir en nuestro estado de vigilia. Lo mismo ocurre con la muerte. Somos conscientes de que va a ocurrir pero no sabemos en qué momento. Y cuando estemos muertos no vamos a saber que estamos muertos. El Sabio Epicuro, fundador del epicureísmo, enseñaba: “Acostúmbrate a pensar que la muerte nada es para nosotros, porque todo bien y todo mal residen en la sensación y la muerte es privación de los sentidos.

La muerte es el origen de nuestras reflexiones filosóficas y también de nuestras religiones. Hay quienes dicen que el fenómeno de la muerte es el origen de Dios. La muerte da nacimiento al arte y a la ciencia. ¿Qué decir del primer libro conocido por la humanidad, el poema de Gilgamesh? Es una entera reflexión sobre la muerte. Cuando los dioses crearon a los Hombres decretaron que estaban destinados a morir. Si somos creyentes del Dios de los cristianos, asumimos que la Biblia es escrita por Él y que en ella están sus enseñanzas. En el libro sapiencial Eclesiastés dice: Más vale ir a casa de luto que ir a casa de festín... El corazón de los sabios está en la casa de luto, mientras el corazón de los necios en la casa de alegría. (Es palabra de Dios). Sócrates, en la apología escrita por Platón, dice que quien teme la muerte se cree sabio sin serlo, porque nadie sabe que hay después de morir, la vida eterna o la nada, y ninguna debe ser temible. Y entre los Sabios modernos tenemos enormes ejemplos. Uno de ellos, el enorme Einstein, enfermo de una hemorragia interna, rechazó la cirugía diciendo: Quiero irme cuando quiero. Es de mal gusto prolongar artificialmente la vida. He hecho mi parte, es hora de irse. Yo lo haré con elegancia.Y murió a la edad de 76 años. Otro, el gigante Wittgenstein, enfermo de cáncer de próstata, rechazó el tratamiento y dijo a su médico que dijera a sus amigos: Diles que mi vida fue maravillosa. Y murió a la edad de  62 años. Ya en sus escritos había dicho: Así, pues, en la muerte el mundo no cambia, sino cesa... La muerte no es ningún acontecimiento de la vida. La muerte no se vive.

Si hacemos el ejercicio estoico de pensar de manera distinta a como lo hacemos, y ver lo trágico como natural, comenzaremos a ver la muerte como una compañera permanente y como una sabia consejera para tomar decisiones importantes en nuestra vida. Aprendamos de los sabios a ver la muerte, la nuestra y la de nuestros seres queridos, como un proceso natural para que cuando lleguemos al momento final no temamos sino que aceptemos que nuestra vida tiene un principio y un fin. Y ante la inmanencia de la muerte apreciemos la belleza del instante.

1 comentario:

  1. La muerte es una de las cosas que no dependen de nosotros, yo como cristiano tengo la confianza en que después de mi muerte estaré en reposo hasta que Cristo venga y cumpla la promesa que ha hecho!...Esta muy interesante este tema, nos hace pensar en que debemos vivir diariamente como si fueran el ultimo día! :)

    ResponderEliminar