Vanitas, Jacques Linard, 1600-1645, Museo del Prado. Madrid.

viernes, 30 de noviembre de 2012

Reflexionando Sobre la Certeza con el Sabio Sófocles

Sófocles fue capaz de crear un personaje de la talla Bíblica de Moisés o Job: Edipo rey. La saga de Edipo es una historia, de esas pocas, en que se encuentra todo lo humano. Es una obra infinita e inagotable que se recrea y rehace con los años.

En su obra Antígona, en boca de Hemón, en diálogo con su padre Creonte, Sófocles nos dice: No hagas uso en tu fuero interno de una sola manera de ver las cosas, pensando concretamente que lo acertado es lo que tú afirmas y ninguna otra cosa más... Siempre los sabios enseñándonos a ser mejores con su sabiduría. ¡No veas las cosas de una sola manera! ¡No creas que solo lo tuyo es verdadero! Eso es lo que nos está diciendo el Sabio Sófocles. A veces cuando discutimos y nuestras ideas se ven cuestionadas, nos disgustamos y la discusión se torna acalorada. El disgusto ocurre por nuestra superficialidad de pensamiento que nos lleva a creer que lo que nosotros pensamos es lo único verdadero y que los que piensan como nosotros tienen la razón y los que piensan diferente están equivocados. Estamos hablando aquí del fenómeno de la certeza. ¿Qué es la certeza? Certeza es la adecuación de mis ideas acerca de las cosas y las cosas. Es decir que si yo digo árbol y en efecto es un árbol, entonces yo tengo certeza en mi lenguaje y en mi concepto acerca de la cosa. Si tengo certeza entonces digo la verdad. Cuando no tengo certeza en lo que digo quiere decir que ignoro en qué consiste la cosa y caigo en la mentira. En el mundo hay hechos, fenómenos, sucesos, y los seres humanos somos observadores del acaecer del mundo y además intérpretes de los fenómenos del mundo. Ciertos acontecimientos del mundo son verificables, otros no. Cuando los acontecimientos son verificables, no tiene sentido discutir. Si alguno de los que discute está equivocado, sencillamente se le muestra el suceso y listo, el otro debe entrar en razón y corregir su error y dar por hecho que acaba de aprender algo nuevo. Si el hecho que se discute no es verificable (alguna opinión o punto de vista personal con respecto a una idea o concepto) entonces debo entender que mis ideas son mis ideas y las ideas del otro son las ideas del otro. Debo intentar persuadir al otro con argumentos lógicos que traten de mostrar con claridad lo que pienso acerca de la idea que se habla. Pero si no logro persuadir debo, según Sófocles y el buen sentido común, comprender que así como yo defiendo mi idea el otro también tiene derecho a defender la suya, y que así como yo creo tener razón, el otro tiene el mismo derecho. Puedo estar errado en mis ideas acerca de algunas cosas. Lo importante es no pasar por encima de los demás y no dejar que pasen por encima de mí.

Muchas de las ideas que se tenían por ciertas han cambiado con los años. Según nuestros sentidos el Sol se desplaza por el cielo. Según la razón el movimiento es aparente ya que la que gira es la Tierra. Por defender aquello que hoy es verdad Giordano Bruno murió en la hoguera y Galileo Galilei tuvo que retractarse frente a la santa inquisición. Lo que yo considero hoy como verdad puede ser una mentira. ¿Qué certeza tengo de que lo es? ¿Estoy dispuesto a defender una ilusión? Debo sentar una posición con respecto a los fenómenos del mundo pero con la convicción de que esta es una de las tantas posibles interpretaciones acerca del mundo y que lo que hoy es una verdad aceptada, mañana puede ser un error histórico. No debo creer que yo tengo la razón y debo estar abierto a otras ideas.

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