Shakespeare fue un hombre brillante. De sus obras se deduce que fue un profundo conocedor
de la condición humana. La forma de transmitir sus conocimientos a sus contemporáneos
fue por medio del teatro y lo hizo de tal forma, que no solo se los transmitió a
sus contemporáneos si no que los legó eternamente a la humanidad.
En su obra Julio Cesar, en la escena III del acto I, Cicerón, el Senador y
filósofo, dice a Casca las siguientes palabras: “...pero los Hombres pueden interpretar las cosas a su manera, en
sentido contrario al de las cosas mismas.” ¡Qué gran conocimiento acerca de la condición humana por parte de Shakespeare, Gran Maestro de la
humanidad! ¡Los Hombres interpretan las cosas a su manera, contrario a las
cosas mismas! El ser humano percibe el mundo por medio de sus sentidos y luego
hace el ejercicio intelectual de interpretarlo y comprenderlo. ¿Qué sucede en
nuestra mente (que es producto de nuestro cerebro) al momento de comprender el
mundo? Por nuestros sentidos captamos el mundo, por nuestro intelecto lo
comprendemos. Desde antiguo los pensadores (de tendencia racionalista contraria
a la tendencia empirista) han enseñado que los sentidos no son fiables, que
nuestros sentidos nos engañan. ¿Qué significa esto? Nuestros sentidos perciben
el mundo tal como se presenta ante ellos, pero nuestro intelecto debe ver más
allá de nuestros sentidos. ¿Cómo es esto? Podemos poner como ejemplo el sistema
astronómico. La ciencia enseña, y todos lo aprendemos desde niños, que la tierra
se desplaza por el espacio en una órbita alrededor del sol y, además, a diario, gira
sobre su propio eje. Nuestros sentidos nos muestran que es el sol el que se
desplaza por el firmamento de oriente a occidente. Nuestros sentidos dicen que
en el día no hay estrellas pues solo las vemos de noche, nuestro intelecto dice
que en el día no vemos estrellas, no porque no estén sino porque la luz del sol,
mucho más fuerte, las opaca. El ejemplo anterior es claro respecto de lo que
perciben nuestros sentidos y lo que capta e interpreta nuestro intelecto. ¿Qué
certeza tenemos entonces de que la imagen que tenemos del mundo es la correcta?
Ninguna. La gente de la india antigua murió creyendo que la tierra era plana y
que iba sobre la caparazón de una tortuga; la gente de la época medieval murió creyendo
que la tierra era el centro del universo y que todo el cielo giraba alrededor
de ella en ciclos y epiciclos; muchas tribus americanas antiguas murieron
convencidos de sus dioses, hoy muere mucha gente convencida en la fe en Jesús-Dios;
y tal vez nosotros moriremos convencidos de que el mundo es como nos lo han
enseñado y transmitido en la escuela, universidad, libros o medios de comunicación, y más adelante aparezcan nuevas teorías y nuevos paradigmas.
Si nos adentramos más en la frase de Shakespeare entramos en el reino de la
interpretación. ¿Qué es interpretar? Desde la antigüedad griega, los Hombres sabían
que el mundo era complejo y que se requería de un don extra para poder captar el
mensaje oculto, estaban los sacerdotes que interpretaban las señas y los signos
que veían en la naturaleza y solo la interpretación de ellos era válida y eran
consultados por los reyes y jefes de ejércitos; y también tenían la deidad
especialista en recibir los mensajes del altísimo Zeus y transmitirlos, ya
cifrados, a los humanos, Hermes para los griegos o Mercurio para los romanos. De
ese dios se deriva el nombre de la ciencia de la interpretación, especialidad
de algunos filósofos, la Hermenéutica. Lo que esta ciencia o arte nos dice es
que debemos captar el mundo por nuestros sentidos pero, inmediatamente captado el
mundo, debemos hacer el ejercicio intelectual de descifrarlo. No porque veamos
una pareja salir de un motel quiere decir que necesariamente estaban en las
lides del amor, tal vez son dos empleados en cambio de turno. No porque veamos
a un hombre apuntando a otro con un arma es que lo va a robar, tal vez es la
víctima que desarmó al victimario y está esperando que llegue la policía.
Interpretar requiere de un proceso intelectual, no es solamente percibir por
medio de los sentidos, si no analizar, preguntar, deducir, imaginar.
Las personas acostumbramos a interpretar las cosas a nuestra manera, de manera
contraria a las cosas mismas. No caigamos en el error de creer que nuestra
forma de ver el mundo es la correcta y que los demás están equivocados, tengamos
la honestidad intelectual de argumentar nuestras ideas y de escuchar otros
argumentos. No caigamos en el error de tener una mente estrecha, tengamos el interés
intelectual de cultivar el conocimiento para ampliar nuestro horizonte. Cuando
percibamos las cosas, indaguemos en las cosas mismas y profundicemos a partir
de lo que ellas son y no de lo que nosotros pensamos de ellas, tengamos la
honestidad intelectual de ver las cosas limpias de nuestros prejuicios que
ciegan nuestra capacidad de interpretar el mundo.
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