Vanitas, Jacques Linard, 1600-1645, Museo del Prado. Madrid.

domingo, 27 de enero de 2013

Reflexionando Sobre la Razón con el Sabio Spinoza


La racionalidad es un ejercicio, una práctica diaria. No nacemos racionales, nacemos con la capacidad de potenciar la racionalidad. Lo que si se nota a leguas son las características que nos gobiernan: el afecto y el deseo. Somos seres afectivos y de necesidades. Como dice Spinoza “El deseo es la esencia misma del Hombre.” O “El Hombre está sujeto siempre, necesariamente, a las pasiones.” Deberíamos buscar la forma de maximizar nuestra capacidad racional y automáticamente tendríamos el mejor de los mundos posibles. La razón evitaría la violencia, la injusticia, la ignorancia.

En su Ética, en la parte cuarta, en el escolio de la proposición XLVII, Spinoza dice: cuanto más nos esforzamos en vivir según la guía de la razón, tanto más nos esforzamos en no depender de la esperanza, librarnos del miedo, tener el mayor imperio posible sobre la fortuna y dirigir nuestras acciones conforme al seguro consejo de la razón. ¡El profeta de la razón, convencido y seguro de los dones de su diosa! Desde antiguo, Platón nos ha sugerido que, para ser mejores personas, la razón debe dominar nuestros deseos y pasiones (o pulsiones). Si dejamos que nuestras acciones sean guiadas por el deseo o el afecto entonces seremos arrastrados por el ímpetu y no nos tomaremos un tiempo para pensar y calcular nuestras acciones. Si no se piensa para actuar, no calcularemos los daños que se puedan generar a partir de nuestros actos y posiblemente perjudiquemos a otros, ya que los actos de deseo y de pasión son actos egoístas porque van en busca del beneficio personal y no del colectivo. Pero miremos los beneficios de la razón: no depender de la esperanza, librarnos del miedo, tener el mayor imperio posible sobre la fortuna y dirigir nuestras acciones conforme al seguro consejo de la razón. Miremos cada uno de estos beneficios: 1) No depender de la esperanza, es decir no esperar lo que no sabemos si va a llegar y no esperar imposibles ya que racionalmente hemos guiado nuestras acciones y hemos hecho lo posible por alcanzar nuestros logros. En ocasiones la esperanza es pereza ya que no nos esforzamos al máximo de nuestras posibilidades y esperamos un golpe de la fortuna para salir beneficiados. En el mundo están las cosas que dependen de nosotros y las que no, a las que dependen de nosotros debemos tenerlas en nuestra mira y hacer lo posible para que se consoliden y las que no dependen de nosotros debemos dejar que sucedan y aceptarlas ya que no está en nuestro ser haberlas realizado. 2) librarnos del miedo, es decir no temer. La razón nos indica que en este mundo nos suceden cosas, a las que nos convienen las llamamos buenas y a las que no, malas. Pero en la vida, ambas nos suceden a menudo, y las que nos convienen nos causan felicidad, alegría, dicha y las que no, nos causan tristeza, angustia, temor. Sentimos temor por aquellas cosas que desconocemos y que nos pueden causar daño, pero si hacemos el ejercicio racional y nos damos cuenta que estamos prontos a experimentar un hecho causal, pues no debemos temer porque es un hecho provocado por nuestras acciones y nos pasa aquello que provocamos, pero si estamos próximos a experimentar un hecho casual tampoco debemos sentir temor ya que es un hecho que no depende de nosotros sino que es independiente de nuestra voluntad y aquellas cosas deben ser aceptadas por nosotros ya que pasan en el mundo y no escogen cuando pasan ni a quien le deben pasar. 3) tener el mayor imperio posible sobre la fortuna, es decir que aceptamos aquellas cosas que pasan y que no están en nuestro haber que pasen, porque son cosas que suceden porque sí y no por algún designio ultraterreno o con alguna intención o significado, además las cosas suceden pero la actitud racional nos permite actuar de acuerdo a esas situaciones de la manera más óptima que podamos actuar. 4) dirigir nuestras acciones conforme al seguro consejo de la razón, es decir pensar antes de actuar, tomarse un tiempo para meditar nuestras acciones y calcular sus alcances. Mirar dentro del abanico de posibilidades cual es el más benéfico a seguir y el que causa menos daño a mí y a los demás.

Spinoza es el profeta de la razón. Si la razón es una religión, él es su más alto profeta y uno de sus mártires (fue atacado a cuchillo por sus ideas) ya que encamina la razón a nuestras acciones diarias con más claridad que otros filósofos (al mejor estilo de Sócrates, quien sería a mí parecer la razón hecha carne), también defensores y seguidores de la actitud racional. Si queremos vivir de manera tranquila en este mundo turbio y complicado debemos comenzar a practicar la racionalidad para lograr la paz y la tranquilidad mental que lograron personas como Sócrates y Spinoza.

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